jueves, 13 de mayo de 2010

Y también la sal

Bueno, en el nuevo afán reduccionista del gobierno después de los sueldos de los funcionarios llega hoy la cantidad de sal que consumimos. Puede que esta medida estuviese planeada con antelación, pero tiene su gracia por la coincidencia en el tiempo.

No quiero decir que me parezca mala medida (yo de entrada como en casa sin sal desde hace años, salvo en alguna ocasión que me doy el gustazo), ya que redunda en la mejora de la salud de todos los ciudadanos. Mientras la reforma de la ley contra el tabaco duerme en los despachos gracias a la crisis económica, el Ministerio de Sanidad y Política Social ha puesto sus ojos en otro enemigo de la salud, la sal oculta. No pienses que me estoy refiriendo a alijos clandestinos de saleros, sino a la que se añade a las comidas preparadas, ya sea en forma de lácteos, embutidos, bollería y demás parafernalia.

El plan que ha presentado el ministerio del ramo pretende reducir la cantidad de sal en productos elaborados en un 20%, con lo que deberías ir entrenando poco a poco tus papilas gustativas a los alimentos sosos sino quieres sufrir síndrome de abstinencia. Otra solución sería recurrir a sabores exóticos, hasta que se demuestre que son también malos para la salud. De todas formas, siguiendo el espíritu de Kyoto, ya en la presentación han dejado deslizar que se conforman con el 14% para 2014 (la coincidencia de dígitos es inestimable, nunca había sonado tanto un dato a inventado sobre la marcha como éste).

En fin, yo que tu iría guardando una reserva de jamones, ya que éste nunca volverá a saber igual como ahora. Y por cierto, "¿qué va a pasar con las bolsas de pipas? ¿Llevarán textos indicativos de su peligrosidad como las cajetillas de tabaco?"

2 comentarios:

  1. Con esta medida ¿cuánto ahorra el estado?.
    Yo creo que lo mejor sería prohibir la sal a los malditos funcionarios y dejar en paz al resto de la población...

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  2. Esta medida no me afectará. Soy moderado con la sal. Cocino un 2% por debajo de la dosis letal.

    Cuando venga comer a casa algún funcionario, le invitaré a repetir (salvo Suso, claro, cuestión de masa a irrigar...)

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