martes, 11 de septiembre de 2012

El último funcionario de España

Bueno, respiro profundamente, me relajo un poco y me pongo a escribir una historia más propia de Cuarto Milenio que de un blog medianamente serio como éste (o eso siempre he pretendido). Hoy me he topado con dos situaciones que llevarían a cualquiera a la hilaridad, en principio no relacionadas, salvo a lo que atañe a un servidor.

La primera ha sido la inesperada intransigencia por parte de la Inspección, que con el afán de recortar y seguir las normas al dedillo ha provocado que mi primera semana como Director de Departamento pase a la historia como un fracaso total. Al final he perdido una de las asignaturas insignia de mi departamento, la Tecnología Industrial I. Los alumnos que la escogieron en primera instancia tendrán que optar entre coger Dibujo Técnico o irse a otro instituto donde si la oferten, no necesariamente en esta localidad.

Dejando aparte lo estúpido que resulta este proceder en una ciudad que trata de mantener a duras penas su Escuela Técnica Superior de Ingeniería Industrial, no es de cargo que cuando existía disponibilidad horaria en el departamento de sobra para impartirla se nos niegue, abocándonos a los profesores del departamento a realizar apoyos a otras asignaturas (lo cual está por ver, todavía cabe la posibilidad de acabe perdiendo el tiempo en la biblioteca, como le pasó a una compañera del centro el curso pasado). En fin, otra demostración fehaciente de hacia donde va la Educación Pública de este país, que no es hacia la mejora de la calidad como se empeña el Ministro de Educación en recalcar todos los días. Pero está claro, para trabajar en un casino no se necesita ser ingeniero.

Por otro lado, al mismo tiempo que estaba sufriendo en mis propias carnes los rigores de los recortes educativos me llegó mediante un correo electrónico el final del primer tomo de una historia que os va a poner los pelos de punta. Aunque la voy a contar como si de un cuento se tratase, omitiendo todo tipo de referencias, es completamente real (alguno de los lectores más asiduos de este blog la pueden confirmar), por increíble que parezca y demuestra que tal merezcamos irnos al peor de los infiernos posibles como país. Aquí te dejo la:

Historia del último funcionario de España

"Érase una una vez un joven estudiante de COU procedente de una modesta familia que no tenía nada claro que iba a estudiar a continuación (lo cual no impidió que mediante diferentes elecciones hubiese acabado con sus huesos en la modalidad de Ciencias Puras) y cuyo interés principal en la vida era el fútbol. De esa guisa se marchó a ver a la Orientadora del Centro (o Psicóloga, nunca me quedó clara su denominación) para buscar orientación, valga la redundancia. Un test más tarde y una rápida lectura de algunos folletos llevaron a nuestro joven a tomar una decisión alocada, donde las ganas de irse lejos de casa prevalecieron sobre cualquier lógica que se le buscase a ésta (hasta el narrador de esta historia trató infructuosamente hacerle entrar en razón).

La decisión estaba tomada, iba a estudiar Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos, una de las carreras más duras de este país. Después de siete años de arduo trabajo becado por el estado, que es el que financió en gran medida esta epopeya de digna de un romance (para qué luego digan que existen carreras vocacionales), nuestro joven se lanzó a buscar trabajo y lo encontró pronto. Empezó a trabajar en una empresa como ingeniero realizando y visando proyectos, con un par de curritos de FP bajo sus órdenes. Y bastante bien pagado, por cierto.

Pero, qué cosas tiene la vida, rápidamente la vida de oficina le hastió, hecho que le llevó a solicitar que le destinasen dentro de la misma empresa a un nuevo destino como Jefe de Obra. Por cierto, al parecer cobraba aún más (estábamos en los tiempos de las vacas gordas). El problema, que el puesto requería estar encima todo el día de los obreros que realizaban el proyecto y esta clase de contacto profesional le disgustaba sobremanera. Por lo tanto nuestro joven amigo dimite y empieza a buscar otro trabajo que se ajustase mucho más a sus especiales requerimientos.

Y mira tú por donde (recuerda que estamos en la época de las vacas gordas) lo encuentra. En esta ocasión como ingeniero de calidad (o como se llame este puesto, nunca me quedó claro) en la construcción de la circunvalación de una conocida ciudad española. Como puedes suponer, aun cobrando lo mismo que en el último trabajo, también lo dejó y decidió dedicarse a otra cosa. Al fin la elección no vocacional se cobraba un nueva víctima.

Ahora bien, ¿qué hizo después? Pues al tener claro que no quería volver a la casa de sus padres derrotado pero no tener claro que iba a hacer con su vida se fue a vivir a la casa de un amigo en Valencia, al epicentro del boom inmobiliario español. Podrías pensar que con semejante formación le resultaría fácil encontrar un fantástico trabajo, pero su renuencia a presentarse a puestos acordes con su cualificación le llevaron a realizar esporádicos trabajos como encuestador que al estar mal remunerados poco a poco fueron diezmando sus ahorros.

Pero un día vio la luz por primera vez, como San Pablo de Tarso, y decidió hacerse profesor tomando como referencia mística a un servidor. Ahora, lo que no hizo fue escoger como asignatura la mía, la más acorde con sus estudios y con gran número de plazas por ese tiempo dado que la implantación de la Tecnología en los centros educativos no había llegado a su fin, si no que eligió otra más señera, con poco movimiento de plazas.

Volvió a casa de sus padres y con constancia casi monacal se dedicó a preparar las oposiciones. Cuando llegó el momento descartó su comunidad de origen y se lanzó a la aventura de presentarse en la Comunidad de Madrid. Obviamente no obtuvo plaza dado que en esos tiempos el sistema de selección primaba a los interinos de larga duración sobre los novatos, pero eso no impidió que empezase a trabajar como interino. Y fue entonces cuando se dio cuenta de que no le gustaba dar clase a los alumnos de secundaria (vuelta otra vez al tema de los trabajos vocacionales). Eso provocó que eligiese trabajos a media jornada en Centros de Adultos o en Cárceles preferentemente, huyendo de los centros de secundaria como si fuesen la peste.

Y fueron pasando los años hasta que llegó la crisis y con ellas los recortes en Educación. Podrías pensar que con semejante perfil nuestro protagonista fue uno de los primeros damnificados por los recortes de la Comunidad de Madrid, que antecedieron en un año a los llevados a nivel nacional. Pues no, asombrosamente la única lista de sustituciones que se movió fue en la que él se encontraba y mantuvo el curso pasado el trabajo en un puesto acorde con sus requerimientos.

Pero de pronto llegó el último verano, y en un movimiento incomprensible salvo que se siguiese la actualidad política a diario (algo que no hace nuestro protagonista ya que se autocalifica como apolítico) Esperanza Aguirre decidió celebrar unas últimas oposiciones en la Comunidad de Madrid, sacando además un porrón de plazas en la especialidad donde estaba encuadrado nuestro amigo. No quedaba otra, si quería seguir manteniendo su puesto de trabajo tenía que presentarse sí o sí.

Y en esas vio la luz por segunda vez. En el fondo no quería ser ingeniero ni ser profesor si no convertirse en periodista del Marca. Así que pergeñó un plan donde durante los siguientes años trabajaría a media jornada como interino mientras estudiaba Periodismo en la facultad y en los veranos se iría sacándose los diferentes niveles de entrenador de fútbol (lo único que fallaba en su plan era como iba a entrenar un equipo de juveniles en el primer nivel) para completar su currículo.

Así que decidió preparar las oposiciones a la remanguillé, sin agobiarse demasiado dado que el plan era sacar una buena nota para quedar en un buen puesto en la lista de interinos, y así poder trabajar los próximos cursos a media jornada, pero no aprobar. Pero al fin el destino quiso gastarle una broma de mal gusto y el plan salió mal. Si en la primera lista de aprobados de la oposición se encontraba como primer reserva, en la definitiva aparecía su nombre en el último puesto entre los agraciados que habían obtenido una plaza.

Cualquier otra persona hubiese dado saltos de alegría, pero la cara de nuestro protagonista era todo un poema. De pronto la cruda realidad de 35 futuros años de servicio a la administración (sigo convencido de que me obligarán a trabajar hasta los 70 años) se hizo patente y más teniendo en cuenta que rechazar semejante oportunidad en la coyuntura actual era casi herético (yo mismo manifesté que si rechazaba la plaza mandaría este historia a los periódicos de tirada nacional con todos los datos que hoy te estoy escamoteando). Así que con todo el dolor de su corazón entregó los papeles necesarios para convertirse en funcionario, después de estudiar todas las escapatorias posibles, dado que su renuncia le imposibilitaba para ejercer de interino hasta que se abriese una bolsa de trabajo (algo inconcebible en la actualidad).

Bueno, te estarás preguntando como ha acabado la historia para que me haya afectado tanto. Pues haciendo uso de una norma infrautilizada, dado que se encuentra colocada en las convocatorias de oposiciones para dar cabida a casos excepcionales, hoy ha diferido su decisión un año. Para el que no lo sepa, las oposiciones de Educación constan de dos partes, la primera propiamente dicha es el examen, y la segunda es un curso llamado Fase de Prácticas donde se evalúa tus aptitudes para dar clase. Nadie es funcionario hasta que se supera este curso de prácticas. Para superarlo se tiene dos oportunidades, en los dos cursos subsiguientes a aprobar el examen y haber obtenido plaza, en caso de desperdiciarlas habría que volver a presentarse. Aunque te suene extraño se han dado casos, pocos, pero existen. Y en el funcionamiento de este procedimiento existe la posibilidad de solicitar un prórroga de un año a expensas de sacrificar uno de estos periodos. Esto es lo que hoy ha hecho nuestro protagonista al no gustarle el destino que le ofrecían.

Así que va a dedicar este curso, sin empleo en el mundo de la Educación y por lo tanto sin sueldo por el momento salvo que se busque otro trabajo, para estudiar Primero del Grado de Periodismo, lo que le convertirá probablemente si no renuncia el curso que viene y es capaz de aprobar la Fase de Prácticas en el último funcionario que sea nombrado en España por muchos años."

En fin, tenía que desahogarme un poquito y la mejor manera para hacerlo que conozco es escribiendo unas cuantas líneas en este blog. Sólo espero que el protagonista de esta historia no se enfade conmigo, ya que creo que he contando fielmente el devenir de su vida durante los últimos 18 años, "pero cuanto se lee algo como esto en consonancia con lo que está pasando uno se da cuenta de que en el fondo este país no merece salvarse, no tenemos vocación para ello".

5 comentarios:

  1. JAJAJAJA... XD
    Me parto... jejeje

    La verdad es que ya estoy empezando a creer en las múltiples dimensiones de nuestro universo.

    ...madre mía, que mundo este.

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  2. Ahora en serio, se me pasó comentar que estoy completamente de acuerdo en que este país se merece la ruina padre.
    ¿Y eso porqué? Pues por la sencilla razón de que todos los días vemos a personas haciendo cosas que no deberían hacer y sin embargo no decimos nada.
    Gobiernos gastando ingentes cantidades de dinero en chorradas absurdas e inútiles, pero sin dinero para cosas básicas como la educación. La gente consintiendo pero luego protestando porque sus hijos carecen de un transporte para ir al colegio o porque éstos tienen que recibir clases en contenedores de camiones como si de refugiados se tratara.
    Chorizos de todo tipo, ricos, mediocres y mindundis, los cuales no tienen otra cosa en mente que no sea la avaricia. Gente que trabaja el mínimo del mínimo porque su anelo es cobrar sin trabajar. Corrupción por doquier, ladrones, aprovechados, mentirosos, enchufados y un sin fin de razas parasitarias que han infectado a este país, el cual ya va camino del coma profundo.

    Me da igual que sea un político o un parado, dentro de la clase de los "jetas" y sinvergüenzas, todos ellos deberían ser expatriados inmediatamente a una isla desierta y acto seguido enviar un mensaje a todas las potencias nucleares del mundo para que hagan sus pruebas en dicha isla.

    Si quitásemos del medio a todos estos "virus" del país, os aseguro que habría trabajo para todos y las cosas pintarían diferente.

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  4. He vuelto a vosotros con las mareas del tiempo. Una vez me conocisteis por otro nombre, ahora soy igual pero diferente.

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  5. Iba a leerlo, pero por no quedarme lelo... es que conozco bien esta historia....

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