Las semifinales de Wimbledon han mostrado con toda su crudeza los dos estilos que luchan por la supremacía del tenis mundial. El primero, encarnado por la pareja Isner - Anderson, el de la fuerza y la excelencia técnica, todo un prodigio para los puristas:
Y el segundo, encarnado por Djokovic - Nadal, donde prima la resistencia y la adaptación continua, todo un horror para los puristas ya que son los errores los que crean puntos de ensueño:
En mi caso, sin duda alguna, me quedo con el segundo al igual que la mayoría del público (supuestamente no tan entendido como los puristas) por lo que intuyo.
En fin, "reto a cualquiera a que se descargue el partido entre Isner y Anderson y lo soporte sin pestañear las seis insufribles horas que duró. No vale sestear como con el Tour de Francia".
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