Doble despedida

Aunque mucha más gente nos ha abandonado en las últimas 24 horas (entre ella Andy Johns, el técnico responsable de los mejores discos de The Rolling Stones, Led Zeppelin y Jimi Hendrix) voy a centrarme brevemente en dos figuras singulares que me han acompañado a lo largo de toda mi vida: Margaret Thatcher y Sara Montiel.

La primera, figura política implacable en unos tiempos convulsos de la historia, se convirtió por derecho propio en la madre del neoliberalismo que actualmente nos avasalla durante esta crisis económica. El padre de semejante engendro, por si cabía alguna duda, es obviamente Ronald Reagan, que mientras soñaba con guerras galácticas tuvo que asumir la realidad de que el telón de acero se deshacía a sus pies como si de azúcar estuviese construido. Ellos introdujeron en el ADN de los futuros economistas, periodistas y políticios la idea de que el mejor estado es aquel que casi no existe (privatizar era su grito de guerra) y que el mejor espectáculo circense consiste en mostrar en picotas las cabezas de los líderes sindicalistas. Lo triste de todo esto es que estemos repitiendo 30 años más tarde el mismo modelo que abocó a las grandes desigualdades que imperan en Inglaterra y Estados Unidos en la actualidad. Ahora bien, como no se cansarán de decirte los medios amigos, esta mujer fue una gran estadista única en su estilo ya que sus grandes logros consistieron en ganar una guerra en unas islas perdidas de la mano de Dios, eliminar los sindicatos, privatizar los servicios públicos y bajar los impuestos hasta niveles desconocidos. Ahora bien, semejante siembra de barros sea una de las causas de los lodos que atenazan a Europa en la actualidad. Qué cada uno la recuerde como considere conveniente.

En cuanto a la segunda, Sara Montiel, qué decir. Fue la primera que consiguió realizar el sueño de cualquier actriz española, dar el salto a Hollywood y codearse con las grandes estrellas (cuando aún lo eran, y no las de medio pelo que tenemos en la actualidad) como Gary Cooper, Burt Lancaster, Joan Fontaine o Charles Bronson. De todas formas dentro de memoria genética española será siempre "La Boca" que cantó este genial:

En fin, "una estrella española inolvidable, que me retrotrae a otros tiempos donde para ser famoso no había que hacer estupideces en la pequeña pantalla".