No sé si debería estar escribiendo esta entrada en las condiciones que me encuentro en estos momentos, agotando los últimos vestigios de adrenalina que me quedan, pero creo que es conveniente dejar un pequeño apunte de lo que he vivido los últimos ocho días. Un viaje de estudios bien planteado y ejecutado no son unas meras vacaciones pagadas aunque lo piensen la mayoría de los lectores de este blog, y menos aún cuando los planteamientos iniciales de éste se tuercen de forma endiablada.
La aventura que he vivido junto con mis otros dos compañeros en la ciudad eterna da prueba de ello. Hasta ahora nunca me había enfrentado a una prueba de semejante calibre, una donde se forjan amistades para toda la vida y se evalúa el carácter de nuestros alumnos a niveles nunca vistos. Hasta el momento, después de haber participado en innumerables actividades extraescolares por España y Europa, nunca me había enfrentado al hecho fortuito de que sin haber cometido ningún error por mi parte o por parte de mis compañeros de viaje pudiese haberme quedado colgado tres días más en una ciudad extranjera. Y es eso lo que me ha pasado en este último viaje de estudios donde una concatenación de vicisitudes inexplicables, la avería simultánea de dos autobuses, nos llevó a perder un vuelo de avión en unas fechas casi imposibles.
Es en ese momento cuando puedes comprobar la verdadera catadura moral de los diferentes actores del pequeño drama que hemos vivido: los alumnos, las familias, los compañeros del trabajo, las redes sociales, los medios de comunicación, las agencias de viaje, las compañías de autobús, las compañías aéreas y hasta los pequeños artilugios electrónicos que nos acompañan a diario. En algunos casos algunos se comportaron de forma excepcional y otros demostraron su ineficacia palmaria. Nunca he tenido una visión tan clara de lo importante que es rodearte y trabajar con gente válida desechando sin miramientos a todos aquellos que son pura fachada.
Aunque decenas de anécdotas se me vienen a la cabeza en estos momentos sería imposible relatarlas todas en un artículo de estas características para dar cuenta de lo que he vivido, así que me voy a quedar con algunas conclusiones que he sacado en los últimos días, para que sirvan de orientación para todos aquellos que puedan enfrentarse a una situación de estas características:
- Nunca hay que olvidar cuando vas con un grupo de menores por Europa que eres el último responsable de todo lo que les pase. Parece que es una obviedad, pero visto el comportamiento de compañeros de profesión con otros grupos ubicados en la misma ciudad, no lo es tanto.
- Iberia a partir de este momento, por mucho que cueste el precio de sus billetes, será mi compañía de referencia. Dudo que una empresa de bajo coste, una de esas que tanto atraen por su precio, llegase a paralizar un vuelo internacional durante media hora en claro enfrentamiento con el encargado del aeropuerto por la posibilidad nimia de que consiguiésemos llegar a tiempo.
- La importancia de trabajar junto con un claustro competente que cubra en el instituto todos los percances acaecidos a partir del momento en que nuestra presencia en el instituto era imposible. No solo cubriendo guardias si no gestionando situaciones imposibles como la mía, con un grupo de 2º de bachillerato a un mes y medio de la ya mal llamada Selectividad (mañana un servidor se encontrará preparando una colección de ejercicios para mandar a estos alumnos y cuya resolución la tutorizaré durante todo el fin de semana por Internet).
- Lo importante que es poder dialogar con un adolescente cara a cara y sentirte apoyado por su familia.
- Lo infames que son las redes sociales, con Twitter a la cabeza, que dan pábulo a las mentiras más grotescas, lo que constituye en si un nuevo nivel de la agreste rumorología que infecta a ciudades como Béjar o Benavente. Y más aún cuando estos rumores son elevados a noticia por medios de comunicación que no son capaces de contrastarlos dirigiéndose a la fuente primaria de los hechos (ninguno de ellos nos llamó para preguntarnos que había pasado realmente).
- Y por último, como regalito para todos aquellos que llevan riéndose durante semanas de mi teléfono móvil, de mi viejo iPad o del reloj con GPS. El primero demostró cuan útil es tener un teléfono móvil cuya batería no se descarga en un suspiro, algo importante cuando tienes que dormir en una tienda de campaña y el único enchufe accesible se encuentra en un baño comunitario. El segundo demostró lo importante que es tener un segundo repositorio para documentación online (códigos de embarque, reservas para museos, etc) en el caso de que uno de los flamantes móviles de última generación falle estrepitosamente en el momento más insospechado o que pueda convertirse en un instrumento educativo en ciertas ocasiones. Y el último demostró ser una eficaz herramienta para evaluar la velocidad a la que se movía el grupo o gestionar los descansos del mismo en una ciudad tan complicada como Roma, información que nos permitía reajustar el itinerario constantemente.
En fin, os dejo en este momento para recuperar las horas que sueño que pueda, que ocho días bajo mínimos hasta para un servidor pasan factura. "Sólo espero que mis alumnos hayan disfrutado del viaje y hayan aprendido lo que es realmente importante en esta vida".
Nosotros preocupados por tí y tu de pingo en Roma.
ResponderEliminarPor lo menos podías haber enviao una postal.
Ya nos contaras con detalle como fue la aventura, y nosotros nos inventaremos y comentearemos la versión no oficial.
Ahora a descansar de "las vacas".
Chuchi se ha ido de excursión a Irak, madre mia, parece que estabas aislado en una comunidad de chiies en las montañas del norte.
ResponderEliminarEntiendo perfectamente que cuando se tiene la responsabilidad, cambia totalmente la perspectiva sobre cuestiones que de otro modo parecerían triviales. De modo que comprendo la situación, simpatizo con tu causa, y espero que no tomes lo que sigue equivocadamente.
ResponderEliminarPero coincido con Darkel... tal como lo describes parece que te hubieras quedado tirado en mitad de la selva de Bolivia, sin agua, víveres, ni refugio, bajo la lluvia.
Y luchando desesperadamente para que los bichos no se os coman a los profesores, los nativos no violen a las alumnas, y vuestros alumnos no se os coman a vosotros para luego violar a las alumnas y luego a los nativos y luego a los bichos. [Lo que hagan entre ellos es asunto suyo].
A ver, si he entendido bien, estábais en la capital de un país europeo, con alguna tarjeta de crédito disponible, y bien comunicados.
...
Entiendo que quedarse tirado y tener que improvisar mientras eres responsable del cargamento de ganado, cause desasosiego. Pero no creo que sea algo tan trascendente como para resultar en la epifanía que has sentido al volver a la civilización...
Ni Ed Mitchell cuando volvió de la luna...