Escena inusual

Una de las desventajas de vivir en una ciudad tan católica y apostólica como Ávila es que te pierdes ciertas situaciones, ya en su mayoría anecdóticas para el resto de los españoles. Aunque parezca extraño Benavente es igual de recalcitrante y señorial. De ahí mi asombro al ver en público una escena digamos cargada de sabor.

En principio, en la España de Zapatero, se supone que la homosexualidad es algo completamente aceptado por el público (es uno de los pocos países en los cuales está aceptado el matrimonio entre personas del mismo sexo y, además, puedo dar fe de que la documentación del sistema educativo está adaptada para tal eventualidad). Pero la realidad es bien distinta y ciertos tópicos siguen imperando en los agraciados pueblos de Castilla y León: todo el mundo sabe lo que eres, pero por favor no lo muestres en público.

De ahí mi asombro al vivir una escena como la que paso a relatar a continuación. Mientras me encontraba nadando en la piscina a media mañana (sobre las 11:30) llegaron un par de chicas y se sentaron en la orilla a tomar el sol mientras se mojaban los pies. Hasta ahí lo más normal del mundo. Pero para asombro de los habituales (a más de uno se le salían los ojos de la órbitas, cosas de la edad supongo) cuando entraron en la piscina empezaron a abrazarse y a besarse.

Imagínate si ya es raro ese comportamiento en público por parte de las parejas heterosexuales, como fue de difícil para las mentes bien pensantes de mi piscina procesar el acto en cuestión. Hasta hubo más de uno que negaba la realidad y decía que una de ellas era un chico con exceso de pelo (pero los dos bikinis no dejaban lugar para dudas).

En fin, parece que poco a poco "se van rompiendo los viejos moldes y un nuevo soplo de modernidad llega a nuestra vetusta comunidad".