El fin del solapamiento

Al fin puedo dedicar un momento al blog de mis amores. Aunque algunos agoreros pudieran pensar que lo iba a dejar morir sin mas después del tremendo parón veraniego que ha sufrido, nada más lejos de mi intención. Por contra tengo varias ideas para mejorarlo bastante, las cuales pienso poner en práctica durante los próximos meses (en ocasiones merece la pena pararse un momento a reflexionar antes de acometer ciertas empresas).

Bueno, hoy ha sido un día un poco especial dado que era el que marcaba el final de mi etapa abulense y el comienzo de mi etapa bejarana, ya que durante la última semana me he encontrado a caballo entre estas dos ciudades históricas. La verdad es que ha sido una verdadera pena que nadie haya llorado un poquito por mi marcha definitiva, es uno de esos momentos peliculeros que me hubiese encantado vivir, pero estaba claro que mi constante interinidad abulense en algún momento tenía que llegar a su fin, hecho que resaltaba incansablemente al final de cada curso. Voy a dejar para otra ocasión el tema de que alguno de mis compañeros pensaba que era abulense de pura cepa (o ATV, denominación bastante acertada hasta para los que han llegado a ministros) o que estaba definitivo en el centro, lo que demuestra que no sólo los alumnos hacían oídos sordos a mis explicaciones.

De todas formas me marché como llegué al centro, con un interminable maratón de cañas, que sigue siendo el mejor método de conocer rápidamente gente, y me mostré hasta el último momento solícito, dejando el centro con cierta clase. O eso espero, a lo mejor soy un impresentable y el resto de compañeros han tenido el buen tino de no decírmelo nunca ya que con mis 197 centímetros de altura algo debo de acojonar al personal.

En fin, bromas aparte, mañana comienzo oficialmente mi nueva vida en Béjar (hasta he cambiado mi perfil en Blogger para confirmar el hecho) tanto en lo personal como en lo profesional y teniendo en cuenta que normalmente este tipo de cambios suelen ser buenos (hay excepciones, pero ocurren casi todas en Madrid), "voy a coger el toro por los cuernos y mirar hacia delante".