Era Rajoy - Año 2 - Día 187

Al fin vuelvo a tener Internet y como no podría ser de otra manera regreso con el análisis de lo que ha dado el día a nivel político. Vaya por delante que al final el incombustible Mariano Rajoy no me ha defraudado. Oculto tras sus más fieles correligionarios ha sido capaz de perpetrar el más surrealista de los análisis, que ya para muchos de sus otrora seguidores acérrimos marca el principio del fin de su carrera política. Al parecer la exigua victoria de ayer es consecuencia de que sus habituales votantes se abstuvieron (que es lo que han estado repitiendo como una especie de mantra esta mañana tanto Pons como Cañete en los medios de comunicación que evitaban la semana pasada) como por la falta de pedagogía a la hora de explicar los inmensos éxitos que traerán al pueblo español la reformas emprendidas hasta el momento y las que vendrán en los siguientes meses.

No ha querido ver ningún problema en los resultados obtenidos por sus contrincantes, más bien defectos. Para él el voto de la izquierda está diseminado en una miríada de partidos minúsculos que jamás serán capaces de trasladar a una representación útil en las próximas elecciones municipales y regionales. Tampoco le molesta la caída de Rubalcaba en desgracia con su dimisión diferida, esos son problemas del que quiso abarcar más de lo que pudo producto de su venenosa herencia. Y además tiene un plan maestro para remontar basado en las bondades de la recuperación económica que pronto empezarán a notar los españoles en sus bolsillos gracias a las bajadas de impuestos que realizará el próximo año edulcoradas con la reaparición de la obra pública en sus graneros de votos.

El problema es que su plan ya nadie se lo cree, incluida parte de su partido. Sólo bastó ver la cara de Cospedal y Cañete a la hora de presentar los resultados en la noche electoral, o como los barones regionales más damnificados ayer entraban en el comité de la ejecutiva nacional de esta tarde por el garaje. Los resultados fueron malos, muy malos, como los incansables comentaristas de 13TV, que para nada se pueden acusar de ser izquierdistas, mentaban ayer. Oír anoche a Isabel San Sebastián pedir que no dimitiese hoy Rubalcaba para salvaguardar la integridad de España hizo darme cuenta del miedo que la atenazaba.

Mariano Rajoy puede seguir viviendo en su burbuja de plasma tranquilamente a la espera de otra nueva felicitación de Merkel (la primera presidenta alemana que ha conseguido que los neonazis consigan representación de Bruselas para dolor de Europa), o regodeándose en el glorioso giro a la derecha de Europa (para el resto de espectadores de esta surrealista escena, la ultraderecha más dañina que se recuerda desde el Periodo de Entreguerras).

Bueno, antes de que Cospedal empiece su fascinante curso para enseñar a los españoles las bondades de lo que el Gobierno ha realizado hasta el momento (los contadores de garbanzos de los que hablaba ayer el director del ABC) voy a ponerme un poco pedagógico en esta entrada:

• La derecha votó como siempre al PP, lo que pasó es que los que votaron estas siglas para hacer desaparecer al PSOE de Zapatero no tienen ninguna razón para volver a hacerlo (esos incumplimientos de programa tenían que pasar factura). Pretender que sean votantes de derecha de facto por haberlo hecho una vez es una temeridad propia de locos.
• Podemos no restó votos al PSOE, en realidad no se los robó a nadie. Son los votantes procedentes del 15M que se han abstenido año tras año o han votado en blanco. Así que pensar que se desvanecerán en un año es propios de ilusos, no es que se haya diseminado el voto de la izquierda si no que ha aflorado un voto que hasta el momento nunca estuvo en las ecuaciones electorales (raíz del rotundo fracaso de las encuestas electorales, que de tanta cocina se pasaron de listas).
• Los resultados por comunidades autónomas de cara a las próximas elecciones son demoledoras para el PP en cuanto parecen fracasar los experimentos de Extremadura y Andalucía (que es donde se salvó de la debacle total el PSOE), y pone en peligro plazas emblemáticas como Madrid y Valencia dado que la tracción de Podemos fue inusualmente alta en esos lugares (afloramiento de nuevo voto en lugares donde la gobernabilidad depende de obtener la mayoría absoluta después de la política de puentes quemados).
• La gran coalición que mentó Felipe González, último asidero donde agarrarse, probablemente haya muerto esta mañana con la dimisión de Rubalcaba. Es difícil prever que aunque alguien de la vieja guardia alcance la Secretaría General de partido pueda repetir la hazaña en unas primarias abiertas por la candidatura, única solución que le queda al PSOE sino quiere disolverse.
• El auge del nacionalismo puro de izquierdas, ERC y Bildu, rompe cualquier posibilidad de entendimiento a nivel nacional. Tanto PNV como CIU están presos de sus procesos de secesión haciendo inviable su participación en un hipotético gobierno de concentración de centro-derecha.
• A nivel mediático, la ofensa de Cañete de la última semana de campaña y al agostamiento de los grupos televisivos todavía tienen que pasar factura en forma de minutos gratuitos a Pablo Iglesias, el cual tendrá en frente a personajes como Marhuenda o vídeos de comunicación con la efigie de Carlos Floriano.
• Y las calles que ve la vicepresidente llenas de gente sonriente seguirán sin existir el año que viene con más de 5 millones de parados y una nueva tanda de recortes patrocinada por la Troika.

Pero bueno, como buen votante de izquierdas aburguesado que soy probablemente me equivoque y en la realidad se esté fraguando la escena idílica que sólo ve Mariano Rajoy, "sólo nos faltan 543 días para comprobarlo".