Estampillas de una huelga general

Parece que hoy todo el mundo tiene que hablar de la huelga general que se está celebrando en este país. En la mayoría de los blogs amigos puedo leer razones a favor o en contra de ella. Mientras los medios de comunicación se llenan de estadísticas sobre el seguimiento de la huelga, yo me voy a quedar con unas pequeñas estampas de como he vivido esta huelga en uno de los graneros de votantes del PP, Ávila. Por cierto, yo no fui, no encontraba ninguna razón para hacerlo (la fractura entre el funcionariado y el resto de la población activa se certificó el día que se alegraron de nuestra bajada de sueldo).

En Ávila esta mañana la mayoría de los comercios se encontraban abiertos y la gente discurría con tranquilidad por la calle. De entrada lo único que encontré "cerrado" fue una sucursal de mi caja de ahorros. Y lo entrecomillo porque, aunque estuviese cerrada y a oscuras, dentro se encontraba el cajero de servicios mínimos y tenía que abrir a todo el que llamaba para transacciones que no podían esperar. A parte de eso unas simples pintadas en las fachadas llamando al paro (en rojo, los abulenses son siempre muy clasistas en lo que hacen).

En cuanto a lo que pasó en el instituto, fue cuando menos curioso, esta vez ni se acercó un piquete informativo (supongo que por lo poco que pudo hacer durante la huelga de funcionarios del curso anterior). La estadística fue demoledora, sólo faltaron 7 profesores de los 120 que trabajamos en el IES "Vasco de la Zarza", cifra ínfima teniendo en cuenta que ayer faltaron 5 por enfermedad o permiso por ejemplo.

Por otro lado, un pequeño porcentaje de los alumnos faltaron a causa del transporte o por el mandato de sus padres, pero al igual que las estadísticas de que se publican en los medios, concentrados en unos pocos cursos. Y mira tú por donde, resulta que el éxito de la huelga fue casi total en el único grupo al cual me tocaba impartir clase. En definitiva, un día de patio disfrutando de este breve veranillo de San Miguel que nos acompaña como manda los cánones en tan señalada fecha (la verdad es que pegaba bastante el sol). Y los alumnos que se encontraban sentados junto a mí me relataron historias tan espeluznantes como las siguientes (lo único que saqué en claro del todo el día):

• Los asaltos con premeditación y alevosía entre dos hermanas a sus huchas respectivas.
• La chica que se quemó media oreja con la plancha para el pelo y de esa guisa salió un sábado por la noche a la calle enseñándola (es increíble lo importante que es la vida social para nuestros alumnos).
• La historia de un perro vegetariano y de un gato que sólo comía comida de marca.
• La gata que cazó 75 topillos y los amontonó ordenados a la puerta de la casa de sus dueños.
• Y mi favorita. La narradora de la historia tiene una hermana pequeña que un día (uno de sus primeros días de colegio) se quejaba de que le molestaba una de sus zapatillas nuevas. Su madre le dijo que era algo habitual con el calzado nuevo y que con el paso del tiempo se adaptaría a su pie. Por la tarde, al regresar del colegio, la cría en cuestión seguía quejándose, por lo cual la madre procedió a quitarle la zapatilla en cuestión. Menudo susto se llevó al descubrir el calcetín completamente ensangrentado. Pero tranquilo, no había pasado nada, simplemente la gata de la historia anterior (la de los topillos) había hecho otra gracia y había guardado su última presa en la zapatilla en cuestión.

En fin, "una jornada escolar que tuvo como punto culminante ver a Miguel jugando al fútbol contra mi consejo y a Lord of the freaks leyendo Raruto, y lo he escrito bien".