Target insospechado

La verdad es que la sala de espera de mis médicos de cabecera da mucho juego en este blog. Nunca dejo de asombrarme de las conversaciones que puedo llegar a escuchar en esos impasses casi eternos que sufro en ella.

La última conversación a la que he asistido me dejó simplemente perplejo. Imagínate un par de señoras bien entradas en edad (alrededor de los 60 años) discutiendo sobre los programas que suelen ver en televisión. Obviamente al principio citaban series como Gran Hotel o programas del calibre de Sálvame, algo de lo más normal, hasta que de pronto una de ellas dijo que la nueva temporada de El barco comenzaba este jueves y que pensaba verla en vez de ¿Quién quiere casarse con mi hijo?, dado que este programa lo vería en un resumen o repetición (esto último no me quedó claro). La razón que aducía era que quería saber como evolucionaba el lío de parejas de la serie.

Ahora bien, no creo que El barco, la única serie de ciencia ficción española en antena, cuyos argumentos son un remedo de los que pudimos ver en series como Star Trek: Voyager o SeaQuest hilvanados a su vez con el clásico intercambio de parejas habitual en nuestra ficción, esté dirigida especialmente para el target comercial donde se encuentran encuadradas las señoras en cuestión.

No sé que pensar, pero me imagino que ésta es una de esas razones insospechadas que han hecho que El barco contra todo pronóstico (la ciencia ficción es un género ignoto por estas tierras) haya conseguido llegar a estrenar su tercera temporada, "convirtiéndola en la única serie del género que lo ha hecho en la viejo continente en la última década si exceptuamos a nuestro querido Doctor Who".