Aprobado raspado

Así es como puedo calificar mi examen final de vida bejarana. Después de estar todo el curso realizando pequeñas rutas por las cercanías tocaba ya realizar una algo más ambiciosa, más parecida a lo que por estos lares se califica de un vulgar paseo. Basta con recordar que llegué hace 10 meses en una forma física bastante deplorable para los estándares bejaranos, discutiendo con los oriundos hasta la denominación de arriba y abajo.

Por lo tanto, encomendado a los dioses, me lancé acompañado de mi amigo-entrenador (Conde para los amigos) a la aventura de subir un pequeño puerto (Peña Negra) desde la puerta de mi casa. La verdad es que iba bastante bien hasta que me encontré con la primera pared al 25%, donde simplemente me asfixié y comencé a pararme constantemente para recuperar el resuello. Imagínate si iba rendido que después de coronar tuvimos que adentrarnos un poco en Extremadura para alcanzar la única fuente a varios kilómetros a la redonda. Literalmente se me había acabado la gasolina. Después bajar fue un juego de niños mientras miraba con respeto los picos de más de 2400 metros que me rodeaban.

Te dejo el resumen del pequeño paseo (pulsar para verlo más grande) de casi 18 kilómetros:

En fin, mi amigo-entrenador me calificó este pequeño paseo con un progresa adecuadamente (reminiscencias de la EGB, traducido al cristiano, aprobado raspado). De todas formas tuve el premio habitual que acontece después de estas microgestas, "un par de Paulaner, que había que finiquitar el bote del curso. Así me va".