Chapuza digital

Como si se tratase de una tormenta perfecta se han unido varios hechos que provocarán que el próximo 6 de mayo la televisión digital terrestre de este país se agoste dramáticamente. Puede que el reparto propiciado hace nueve años por el gobierno de Zapatero fuese una chapuza de dimensiones casi épicas, y más dada la dejadez de éste para subsanarlo, pero lo que ha acontecido en los últimos meses raya lo esperpéntico.

Atrás quedan la fallida plataforma Quiero TV patrocinada por Aznar, los sueños televisivos de Jaume Roures y Pedro J. Ramírez (en ocasiones hasta juntos, como pasó con la fenecida Marca TV), el aterrizaje en abierto del Grupo Prisa o las incongruentes expectativas del grupo Vocento con La 10. Ya son cosa del pasado, la realidad publicitaria en tiempos de crisis provocó la fusión de las grandes canales en dos macrogrupos que tenían como referencia las privadas de toda la vida. Habían nacido Atresmedia y Mediaset, que poco a poco fueron barriendo a la competencia.

Pero con un modelo bastante claro, al estilo del que se puede ver en el resto de países de nuestro entorno (en configuración que no en calidad), una sentencia de nuestra veloz justicia, la incredulidad de estos grandes grupos, un dividendo digital latente y un Ministerio de Industria sin una dirección clara (todo lo que toca lo estropea aún más) han provocado una situación donde sólo sale ganando un canal alquilado por un grupo norteamericano.

El seis de mayo desaparecerán 9 de los 24 canales privados de este país. Bueno algunos ya se han adelantado como la MTV, Intereconomía TV, AXN y Marca TV (ahora son canales de teletienda). Los otros cinco serán: Xplora, La Sexta 3, Nitro, Nueve y LaSiete. Algo que no resulta baladí en cuanto se miran las audiencias que han promediado en los últimos meses. Los tres primeros, pertenecientes a Atresmedia, sumaban casi 5,8% de share, mientras que los otros dos, de Mediaset, sólo 1,6%. Varapalo impresionante para el grupo más fiel ideológicamente al partido gobernante.

Esto va a provocar primero un movimiento de audiencias en principio imprevisible, aunque se intuye una ganancia casi segura por parte por parte del grupo Mediaset. Ahora bien, supuestamente después de este apagón tiene que haber un nuevo concurso para repartir los canales desaparecidos, donde pueden todos los grupos optar. El escenario deseado por la Conferencia Episcopal, ya que en teoría conseguiría más de un canal y tendría que dejar de pagar un gravoso alquiler.

Pues mira tú por donde que resulta que la infraestructura montada por Abertis para estos nuevos canales, cumpliendo con el tan ansiado dividendo digital (traducido al cristiano, el 4G de los operadores de telefonía), sólo alcanza al 35% de la población. Alcanzar mayor porcentaje implica volver a modificar las antenas comunitarias de nuevo.

Así que 13 TV, una de dos, o emite en simulcast, pagando dos licencias, o se la juega a que sus seguidores paguen por verla. Nada bueno.

Y lo mismo pasa con los grandes grupos, ¿para qué optar por canales donde sus audiencias primigenias están divididas por 3?

El único ganador por el momento de todo este barullo es Paramount Channel, que por arte de magia le van a quitar a su competidor directo, La Sexta 3, sin haberse gastado un sólo duro.

De todas formas, analizado con profundidad, esto no es más que la constatación que hemos perseguido en este país un modelo erróneo presa de los dislates de nuestros políticos. Ya que los verdaderos actores, los únicos que tienen algún futuro en televisión, Telefónica y Vodafone, están tomando posiciones en fibra óptica y cable a toda velocidad, además de bloquear derechos televisivos (Formula 1 y Motociclismo). Atresmedia y Mediaset se convertirán probablemente en grandes generadores de contenido, al igual que las cadenas comerciales norteamericanas, cuya única función será alimentar esos dos monstruos.

En fin, "al final tendremos el modelo norteamericano 20 años más tarde, como todo lo que pasa en este país. Así que no esperes el desembarco de Netflix hasta el 2030".