Este artículo está especialmente dedicado a los nacidos a finales de los años 70 entre lo que se incluye un servido. Esos que vivieron en su más tierna niñez la eclosión de la saga Star Wars. Lo que no sabéis el resto es que en esos tiempos donde los vídeos escaseaban y la mayoría de los televisores eran en blanco y negro la serie de referencia de ciencia ficción era Galactica, Estrella de Combate (más conocida en la actualidad por su nombre original, Battlestar Galactica). A la postre era en 1978 la serie de televisión más cara de la historia (el Westworld de la época para que me entiendas) y Richard Hatch, su protagonista, como correspondía, fue nominado a mejor actor de serie dramática en los Globos de Oro de 1979. Esto le dejó marcado toda su vida tanto a él, que nunca quiso dejar su papel, como a nosotros, que concebíamos el combate espacial como un enfrentamiento entre rápidos vipers coloniales al estilo egipcio y pesados bombarderos cylones.
Así que no es de extrañar que Richard Hatch nunca quisiese dejar morir la franquicia aunque fue cancelada después de la primera temporada (en este blog no hablamos de Galactica 1980, simplemente no existe) escribiendo libros, preparando incansablemente spinoffs y dando conferencias en la búsqueda del inversor que quisiese resucitarla. Semejante despliegue le consiguió un buen papel secundario en el remake pergeñado por Ronald D. Moore como el terrorista Tom Zarek, pero para nosotros siempre será Apolo. Hoy en su fallecimiento le recordamos con su misión más alocada junto a Starbuck:
En fin, "ya sabes que toca esta noche, una ronda de cylones de la vieja escuela".
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