Dos mundos

A veces no me doy cuenta que España, al igual que otros países de la cuenca mediterránea está dividida en dos mundos muy distintos. Y no refiero en el ámbito político, si no en el económico. Cuando la crisis se va haciendo cada vez más patente, uno de esos grupos, el motor real de la economía se apocopa, mientras el otro empieza a vivir su época dorada. Me refiero a los autónomos y la gente que trabaja en la iniciativa privada, frente al funcionarado.

Estos últimos días he ido observando como han ido cambiando las dinámicas de las conversaciones en ambos grupos. Mientras la gente normal y los medios de comunicación hablan de la inevitable crisis económica, y empiezan a recoger velas, en el otro ambiente que me muevo, el de los funcionarios de educación (trabajo de por vida y una fuente de ingresos constante asegurada) se observa con cierta displicencia la crisis, y alguna vez, hasta con cierta avidez.

Me explico, por si estás leyéndome desde otro país, y no entiendes lo que estoy diciendo. Un funcionario en España es aquella persona, que mediante una oposición, obtiene un puesto vitalicio con un salario que se incrementa automáticamente por los años de servicios prestados a la administración (trienios y sexenios). Sólo puede perder esta condición mediante la acción judicial (y no permanentemente), por lo cual es bastante complicado perderla.

Yo adquirí esta condición el 1 de Septiembre de 2004, y hasta ahora no era consciente de lo que representaba, pero los últimos días se me ha hecho más patente de lo que podía pensar. En los tiempos de crisis, el crédito de los bancos disminuye y endurecen las condiciones para darlo, el puesto de trabajo se vuelve inseguro y el fantasma del paro acecha, los planes de futuro y ocio se retraen frente al pertinaz ahorro, por sí las moscas. Claro está, esto pasa con la mayor parte de la gente.

¿De qué he oído hablar en el trabajo últimamente? Y lo que cuento no me lo invento: comprar casas nuevas, cambiarse a casas más grandes, bodas, viajes de ensueño, en que nos vamos a gastar los 200 € de Zapatero (que obviamente todos cobraremos), etc. ¿Dónde está el milagro? En un maravilloso trozo papel que recibimos cada mes, llamado nómina, que abre las puertas de cualquier entidad bancaria, dado que la cifra que lleva, lo único que va a hacer es incrementarse con el paso de los años. Alguien podría aducir que nos podría pasar lo mismo que en Argentina, pero ese peligro ha sido conjurado gracias a nuestra pertenencia a la Unión Europea, sí caemos, caemos con los franceses, italianos, alemanes, holandeses, etc. Creo que eso es respaldo suficiente.

Lo más triste es que me he dado cuenta al sentirme observado por los pasillos del Instituto. Ahora se están celebrando oposiciones, y los opositores se agolpan en las cercanías de los tribunales, mirando ansiosamente a los funcionarios que circulamos por allí, buscando que tenemos nosotros que no tengan ellos, para conseguir la tan ansiada plaza, y el acceso a nuestro reducto de seguridad (dado que nuestro presidente ha eliminado las posibilidades de obtenerla en convocatorias posteriores, al reducir un 30% la oferta de empleo público, para sufragar en parte los 400 € famosos).

Hasta yo he caído en cierta forma en esa displicencia, al encontrarme en el tan famoso descanso para el café: "arguyendo que es buen momento para realizar un viaje a la Antártida, en la primera semana de Enero, por la paridad euro-dólar y las facilidades que nos darían las agencias de viaje dada la crisis. Lo siento."