Exenciones

Una de las desgracias de ser aún joven es que cuando entras a formar parte de una comisión automáticamente te conviertes en el secretario de ésta. En mi caso parece que se ha convertido en una desgracia que nunca termina (véase: "La carta"). Ya sabes que odio con todo mi corazón la burocracia, de ahí que un día como hoy, inmerso en una montaña de ella, se haya transformado en uno de los peores del año.

Mi gran tarea del día consistía en redactar (bendito sea el advenimiento de la informática) una carta a cada uno de los alumnos matriculados en la prueba de acceso que habían solicitado librarse de la Prueba científico tecnológica. En ella tenía que informarles de la decisión de la Junta de evaluación con respecto a su petición.

Bueno, después de casi 70 cartas y gran cantidad de firmas, me planteé seriamente uno de los criterios de exención (traducido al cristiano, los que se libran por el morro de hacer esa parte). Atento, qué no tiene desperdicio: "Todo alumno que demuestre haber trabajado un año a jornada completa (puede ser de forma discontinua) estará exento de realizar la Prueba científico tecnológica". Espera, por el simple hecho de trabajar de cualquier cosa en cualquier lugar se adquiere inmediatamente un currículo de carácter científico tecnológico. Entonces para que estudié Física o Biología en el instituto. ¿La vida real me da una visión clara de las leyes de Newton o me explica la teoría de la Evolución? Estoy un poco confuso, pero la ley es la ley, y en este momento soy un mero transmisor de ella en forma de misiva.

Así que chitón, "no sea que alguien se de cuenta de que los profesores de Tecnología somos unos inútiles que enseñamos algo que se puede aprender simplemente en la vida real. Qué una cosa es una reducción salarial y otra bien distinta un jubilación forzosa. Aunque pensándolo bien, a lo mejor lo último no estaba tan mal".