En algunas ocasiones vemos ciertas cosas en el cine, aun sabiendo que están basadas en la realidad, que nos cuesta creer que son posibles. Hoy vamos a ver un ejemplo de lo que digo.
Una de esas situaciones inconcebibles pero de una estética impecable es lo que nos proponía David Fincher en el "El club de la lucha" (1999):
En ella se puede ver a unos ejecutivos hiperestresados que buscan descargarse de toda la tensión acumulada a través de un combate al más puro estilo callejero. Creando una especie de religión alrededor de tan peregrino proceder.
Ahora bien, dado que casi todo lo que se ve en el cine es falso o ha sufrido una deformación brutal (algo que no me canso de decir a mis alumnos en clase cuando utilizan una película para tratar de desacreditar alguna de mis aseveraciones), cabía esperar que en la realidad este comportamiento fuese marginal o un simple homenaje perverso. De ahí mi asombro al encontrarme con un cortometraje documental como "Uppercut" (2011). En él se puede ver un club de la lucha real inmerso en el corazón tecnológico de los Estados Unidos, Silicon Valley. Obviamente las reglas son bastante distintas a las que desgranaba Brad Pitt en la película y los daños sufridos por los contendientes son menos visibles. Pero de todas formas sólo por ver el combate con teclados merece la pena que le dediques una oportunidad.
Bueno, son unos 8 minutos en inglés sin subtítulos (apareció hace sólo cinco días en la Red), pero aun así creo que se entiende bastante bien:
En fin, sólo me pregunto que si es así en Silicon Valley, "¿cómo será en Tokio? O mejor aún, ¿cómo habrán acabado hoy en Espoo después de firmar con el diablo su sentencia de muerte?"
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