Hace dos días vimos uno de esos grandes clásicos que perduran en la memoria del espectador, donde un héroe (ésta vez en forma de abogado, aunque suene a contradicción) lucha contra toda una comunidad en busca de la verdad, bajo los atentos ojos de sus dos hijos.
Matar a un ruiseñor (1962)
Título original: To Kill a Mockingbird
Duración: 129 min
Director: Robert Mulligan
Guión: Horton Foote (basada en la novela del mismo título de Harper Lee)
Música: Elmer Bernstein
Fotografía: Russell Harlan
Reparto: Gregory Peck, Mary Badham, Brock Peters, Phillip Alford, John Megna, Frank Overton, Rosemary Murphy, Robert Duvall
Sinopsis: En una ciudad del sur de los Estados Unidos, en la época de la Gran Depresión, una mujer blanca acusa de violación a un hombre negro. Aunque la inocencia del hombre resulta evidente, el resultado del juicio es tan previsible que ningún abogado haría nada para evitarla... excepto Atticus Finch (Gregory Peck), el ciudadano más respetable de la ciudad. Su compasiva defensa le cuesta muchas amistades, pero le otorga el respeto y la admiración de sus dos hijos, huérfanos de madre.
Robert Mulligan (1925-2008) es uno de esos directores que se criaron en el mundo televisivo y dieron el salto al cine con gran merecimiento en una época donde se estaba empezando a notar la decadencia del viejo estilo de producción de los estudios cinematográficos (hasta que llegó su revitalización con George Lucas, Francis Ford Coppola y Steven Spielberg). Junto con Arthur Penn, Martin Ritt y Sidney Lumet, supo conseguir trasladar algunos de los elementos aprendidos en la pequeña pantalla al cine: los bajos presupuestos y un mejor trabajo con las interpretaciones de los actores (una especie de retorno al teatro).
Para no alargarme mucho sólo voy a centrarme en las películas que dirigió, obviando su recorrido televisivo. Su debut en el cine fue con "El precio del éxito" (1957), un drama deportivo donde Anthony Perkins interpretaba a un jugador de béisbol. Le seguirían dos comedias protagonizadas por Tony Curtis: "Perdidos en la gran ciudad" (1960), junto a Debbie Reynolds, y "El gran impostor" (1961). Y más tarde otras dos con otro galán de la época, Rock Hudson: "Cuando llegue Septiembre" (1961) y "Camino de la jungla" (1962). Pero su gran éxito llegaría con la película, "Matar a un ruiseñor" (1962), que se convertiría en todo un éxito tanto de público como de crítica (Gregory Peck obtuvo su único Oscar con este film). Esto le abriría las puertas de Hollywood, dirigiendo películas como: "Amores con un extraño" (1963), "La última tentativa" (1965) y "La rebelde" (1965); con actores cotizados como: Natalie Wood, Steve McQueen, Robert Redford o Lee Remick. Luego llegarían "Contra corriente" (1967), donde analizaba una escuela conflictiva de Nueva York (allí los problemas llegaron antes), "La noche de los gigantes" (1969), un sobrio western donde repetiría con Gregory Peck, y "Verano del 42" (1971), su mayor éxito de taquilla y donde aparece una preciosa Jennifer O’Neill (¡Hmmm! No me acordaba de esta película, sería una buena opción para la próxima temporada de Sesión de Palomitas).
En los años 70 nos asombraría con la una visión infantil del terror con "El otro" (1972), y un film de intriga (algo bastante alejado de su filmografía hasta el momento) llamado "El hombre clave" (1974). Para cerrar esta década escasa en películas, que contrasta con efervescencia de los 60, rodó una correcta comedia, "El próximo año a la misma hora" (1978), con Ellen Burstyn y Alan Alda, y su primer fracaso, "Stony, sangre caliente" (1978), que marcaba el inicio del declive de su carrera.
En los ochenta sólo tiene sólo realizó dos horribles películas: "Bésame y esfúmate" (1982) y "El desafío de una mujer" (1988). Cerrando su carrera con una película que recordaba a sus films de los años 60, "Un verano en Louisiana" (1991).
Vamos con la crítica de "Matar a un ruiseñor" (1962). Se trata de una adaptación de una novela de Harper Lee, con la que dos años antes había ganado el Premio Pulitzer. En ella se trata el tema del racismo desde la óptica infantil aunque personificando al clásico héroe americano en la figura de un abogado, Atticus Finch, padre de la narradora de la historia. Todavía es un texto utilizado con asiduidad en los colegios norteamericanos para analizar el conflicto racial existente en los Estados Unidos durante el siglo anterior.
Un dato a tener en cuenta es la valentía de los productores, Alan J. Pakula y el propio Robert Mulligan, para llevar este texto a la pantalla en 1962, cuando la lucha por los derechos de la gente de color estaba en plena efervescencia. También es de agradecer que mantuviesen la mayor parte de la novela, manteniendo la perspectiva infantil y dándoles a los jóvenes actores todo el rédito que se merecían.
A través de la narración de la joven Scout (Mary Badham) nos adentramos en una ciudad del sur después de la Gran Depresión. Se trata de una chica lista que siempre va acompañando a su hermano mayor, Jem (Phillip Alford). Como todos los chicos de esa época, se pasan todo el día en la calle jugando, creando una realidad alternativa de lo que pasa a su alrededor, como por ejemplo la historia que le cuentan a Dill (un chico que está pasando el verano junto a ellos y que se basa en las historias que Truman Capote le había contado a la autora) sobre Arthur 'Boo' Radley (Robert Duvall), una presencia invisible hasta el final del film.
Mientras tanto, de una forma que parece completamente inconexa, Atticus Finch (Gregory Peck), su padre, se encarga de la desagradable tarea de defender a un chico de color de la acusación de violación por parte de una chica blanca. Aún teniendo a su favor todas las pruebas para conseguir la libertad de Tom Robinson (Brock Peters), el resultado es conocido en toda la comunidad: la palabra de un hombre de color contra de la una mujer blanca no sirve para nada y será sentenciado igualmente. Estas dos historias entroncarán en un final, donde la fantástico y la realidad se encuentran en toda su crudeza, dándonos una nueva perspectiva del mundo donde vivimos y el doble rasero de la ley.
Se trata de una película que trata el tema del racismo hacia los negros desde el punto de vista de los detalles: la separación en el juicio, el tratamiento, las condiciones de vida, como Calpurnia (Estelle Evans) trata a Scout y Jem, etc. Además se crea una atmósfera irreal, como he dicho antes, al tratar el tema desde un punto de vista infantil, algo que es resaltado tanto por la excelente fotografía de Russell Harlan ("Río Bravo" (1959), "Hatari!" (1962)) como por la banda sonora del siempre genial Elmer Bernstein ("La gran evasión" (1963), "La batalla de las colinas del whisky" (1965), "Cazafantasmas" (1984), "La edad de la inocencia" (1993)).
Lo mejor del film:
Título original: To Kill a Mockingbird
Duración: 129 min
Director: Robert Mulligan
Guión: Horton Foote (basada en la novela del mismo título de Harper Lee)
Música: Elmer Bernstein
Fotografía: Russell Harlan
Reparto: Gregory Peck, Mary Badham, Brock Peters, Phillip Alford, John Megna, Frank Overton, Rosemary Murphy, Robert Duvall
Sinopsis: En una ciudad del sur de los Estados Unidos, en la época de la Gran Depresión, una mujer blanca acusa de violación a un hombre negro. Aunque la inocencia del hombre resulta evidente, el resultado del juicio es tan previsible que ningún abogado haría nada para evitarla... excepto Atticus Finch (Gregory Peck), el ciudadano más respetable de la ciudad. Su compasiva defensa le cuesta muchas amistades, pero le otorga el respeto y la admiración de sus dos hijos, huérfanos de madre.
Robert Mulligan (1925-2008) es uno de esos directores que se criaron en el mundo televisivo y dieron el salto al cine con gran merecimiento en una época donde se estaba empezando a notar la decadencia del viejo estilo de producción de los estudios cinematográficos (hasta que llegó su revitalización con George Lucas, Francis Ford Coppola y Steven Spielberg). Junto con Arthur Penn, Martin Ritt y Sidney Lumet, supo conseguir trasladar algunos de los elementos aprendidos en la pequeña pantalla al cine: los bajos presupuestos y un mejor trabajo con las interpretaciones de los actores (una especie de retorno al teatro).
Para no alargarme mucho sólo voy a centrarme en las películas que dirigió, obviando su recorrido televisivo. Su debut en el cine fue con "El precio del éxito" (1957), un drama deportivo donde Anthony Perkins interpretaba a un jugador de béisbol. Le seguirían dos comedias protagonizadas por Tony Curtis: "Perdidos en la gran ciudad" (1960), junto a Debbie Reynolds, y "El gran impostor" (1961). Y más tarde otras dos con otro galán de la época, Rock Hudson: "Cuando llegue Septiembre" (1961) y "Camino de la jungla" (1962). Pero su gran éxito llegaría con la película, "Matar a un ruiseñor" (1962), que se convertiría en todo un éxito tanto de público como de crítica (Gregory Peck obtuvo su único Oscar con este film). Esto le abriría las puertas de Hollywood, dirigiendo películas como: "Amores con un extraño" (1963), "La última tentativa" (1965) y "La rebelde" (1965); con actores cotizados como: Natalie Wood, Steve McQueen, Robert Redford o Lee Remick. Luego llegarían "Contra corriente" (1967), donde analizaba una escuela conflictiva de Nueva York (allí los problemas llegaron antes), "La noche de los gigantes" (1969), un sobrio western donde repetiría con Gregory Peck, y "Verano del 42" (1971), su mayor éxito de taquilla y donde aparece una preciosa Jennifer O’Neill (¡Hmmm! No me acordaba de esta película, sería una buena opción para la próxima temporada de Sesión de Palomitas).
En los años 70 nos asombraría con la una visión infantil del terror con "El otro" (1972), y un film de intriga (algo bastante alejado de su filmografía hasta el momento) llamado "El hombre clave" (1974). Para cerrar esta década escasa en películas, que contrasta con efervescencia de los 60, rodó una correcta comedia, "El próximo año a la misma hora" (1978), con Ellen Burstyn y Alan Alda, y su primer fracaso, "Stony, sangre caliente" (1978), que marcaba el inicio del declive de su carrera.
En los ochenta sólo tiene sólo realizó dos horribles películas: "Bésame y esfúmate" (1982) y "El desafío de una mujer" (1988). Cerrando su carrera con una película que recordaba a sus films de los años 60, "Un verano en Louisiana" (1991).
Vamos con la crítica de "Matar a un ruiseñor" (1962). Se trata de una adaptación de una novela de Harper Lee, con la que dos años antes había ganado el Premio Pulitzer. En ella se trata el tema del racismo desde la óptica infantil aunque personificando al clásico héroe americano en la figura de un abogado, Atticus Finch, padre de la narradora de la historia. Todavía es un texto utilizado con asiduidad en los colegios norteamericanos para analizar el conflicto racial existente en los Estados Unidos durante el siglo anterior.
Un dato a tener en cuenta es la valentía de los productores, Alan J. Pakula y el propio Robert Mulligan, para llevar este texto a la pantalla en 1962, cuando la lucha por los derechos de la gente de color estaba en plena efervescencia. También es de agradecer que mantuviesen la mayor parte de la novela, manteniendo la perspectiva infantil y dándoles a los jóvenes actores todo el rédito que se merecían.
A través de la narración de la joven Scout (Mary Badham) nos adentramos en una ciudad del sur después de la Gran Depresión. Se trata de una chica lista que siempre va acompañando a su hermano mayor, Jem (Phillip Alford). Como todos los chicos de esa época, se pasan todo el día en la calle jugando, creando una realidad alternativa de lo que pasa a su alrededor, como por ejemplo la historia que le cuentan a Dill (un chico que está pasando el verano junto a ellos y que se basa en las historias que Truman Capote le había contado a la autora) sobre Arthur 'Boo' Radley (Robert Duvall), una presencia invisible hasta el final del film.
Mientras tanto, de una forma que parece completamente inconexa, Atticus Finch (Gregory Peck), su padre, se encarga de la desagradable tarea de defender a un chico de color de la acusación de violación por parte de una chica blanca. Aún teniendo a su favor todas las pruebas para conseguir la libertad de Tom Robinson (Brock Peters), el resultado es conocido en toda la comunidad: la palabra de un hombre de color contra de la una mujer blanca no sirve para nada y será sentenciado igualmente. Estas dos historias entroncarán en un final, donde la fantástico y la realidad se encuentran en toda su crudeza, dándonos una nueva perspectiva del mundo donde vivimos y el doble rasero de la ley.
Se trata de una película que trata el tema del racismo hacia los negros desde el punto de vista de los detalles: la separación en el juicio, el tratamiento, las condiciones de vida, como Calpurnia (Estelle Evans) trata a Scout y Jem, etc. Además se crea una atmósfera irreal, como he dicho antes, al tratar el tema desde un punto de vista infantil, algo que es resaltado tanto por la excelente fotografía de Russell Harlan ("Río Bravo" (1959), "Hatari!" (1962)) como por la banda sonora del siempre genial Elmer Bernstein ("La gran evasión" (1963), "La batalla de las colinas del whisky" (1965), "Cazafantasmas" (1984), "La edad de la inocencia" (1993)).
Lo mejor del film:
- Mantener el protagonismo Scout, la narradora de la historia en la novela original, interpretada por una genial Mary Badham.
- El tratamiento que hace de un tema tan controvertido como el conflicto racial en una época tan difícil de la historia de los Estados Unidos.
- El juicio, con ese largo monólogo de Gregory Peck dirigiéndose a un jurado invisible (nosotros mismos).
- Esos pequeños momentos de suspense infantil que salpican la historia.
- La genial fotografía de Russell Harlan.
- Detalles como el azote que da Calpurnia a Jem.
- La transformación de Scout en chica.
- La interpretación de Gregory Peck, la mejor de su carrera con mucho.
Lo peor:
- El juicio está demasiado resumido.
- El final, aunque bueno, es demasiado perfecto, no casa con la atmósfera del film.
Y un aparte especial: no sé valorar la interpretación de Robert Duvall. Puede ser buena o mala, pero es qué no dice palabra el hombre.
Las curiosidades más interesantes que rodean a este film son:
- Es la primera película de Robert Duvall según IMDb.
- Para interpretar el papel de Atticus Finch (Gregory Peck) se barajaron los nombres de otros actores como Rock Hudson y James Stewart.
- El actor Brock Peters (Tom Robinson) es un viejo conocido de la saga Star Trek. Interpretó al Almirante Cartwright en "Star Trek IV. Misión: salvar la tierra" (1986) y "Star Trek VI. Aquel país desconocido" (1991). Además también fue Joseph Sisko (el padre del Capitán Sisko) en Deep Space Nine.
- Mary Badham (Scout) es la hermana del director de cine John Badham ("Fiebre del sábado noche" (1977), "Juegos de guerra" (1983), "Cortocircuito" (1986) y algunos capítulos de Heroes).
- De acuerdo con los cómics, es la película favorita de Clark Kent, o sea Superman.
- Existe un remake con el mismo título: "To Kill a Mockingbird" (1997); de procedencia canadiense.
El trailer que se pudo ver en 1962 en las salas cinematográficas norteamericanas fue el siguiente:
En cuanto a las frases o diálogos más famosos que rodean a este film, citar sólo un par de frases lapidarias, además de dejarte uno de los mejores discursos que se ha podido oír en una película de juicios:
"Hijo, hay muchas cosas feas en este mundo. Me gustaría poder evitar que las vieras, pero no es posible"
"Nunca conoces realmente a una persona hasta que no has llevado sus zapatos y has caminado con ellos."
"Nunca conoces realmente a una persona hasta que no has llevado sus zapatos y has caminado con ellos."
"Empezaré diciendo, que este caso no debería haberse traído a un tribunal desde el momento en que la acusación no ha presentado ninguna prueba médica de que el delito que se imputa a Tom Robinson se hubiera consumado. La acusación sólo se apoya en el testimonio de los dos presuntos perjudicados, cuyas declaraciones no solo han dado lugar a serias dudas durante su interrogatorio sino que han sido absolutamente desmentidas por el acusado. Existe la prueba circunstancial que demuestra que Mayella Ewell fue golpeada salvajemente por una persona que usa casi exclusivamente la mano izquierda, y Tom Robinson que hoy se sienta en el banquillo para prestar juramento ha tenido que emplear su única mano útil, la derecha.
Yo no siento sino compasión y muy sincera por la principal testigo del señor fiscal. Ella es víctima de una cruel pobreza e ignorancia, pero, mi compasión, no puede llegar nunca hasta el extremo de consentirle poner en juego la vida de un hombre, que es en realidad lo que ella ha hecho para tratar de ocultar su propia culpabilidad. Sí, culpabilidad he dicho, porque fue el hecho de sentirse culpable, sí señores, lo que la impulsó a esa acusación. Ella no ha cometido un crimen, nada más a infringido un viejo código del honor que aún subsiste actualmente, un código tan severo que a todo aquel que lo infringe lo alejamos de nuestro lado como indigno de convivir con nosotros. Por eso tenía que destruir la prueba de su grave falta. Pero, ¿cual era en rigor la prueba de la mencionada falta? Tom Robinson, un ser humano señores. Había que quitar a Tom Robinson de en medio (hace un movimiento con las manos), barrerlo. Tom Robinson constituía el recuerdo constante de lo que ella había hecho. ¿Y qué era lo que había hecho? Había tentado a un negro. Ella era blanca y había incitado a un negro. Hizo una cosa que en nuestra sociedad es algo imperdonable. Besar a un hombre negro. No se trataba de un viejo; sino de un negro joven, fuerte y vigoroso. No le importó ese código del honor antes de infringirlo, pero después halló vergonzoso su comportamiento.
Los testigos de la acusación, exceptuando al sheriff del condado de Macon, se han presentado ante ustedes señores del jurado, con la cínica confianza de que su testimonio no se pondría en duda. Confiaban en que ustedes señores, estarían de acuerdo con ellos en la suposición, en la indigna suposición, de que todos los negros mienten. De que en el fondo todos los negros son seres inmorales, de que nadie se puede fiar nunca de los negros cuando se hayan cerca de nuestras mujeres, suposición que sólo puede brotar de mentes como las de esas personas y que no es ni más ni menos que una mentira insensata. Una mentira que no es necesario demostrar a ustedes. No obstante, a un negro humilde y respetable, porque ha tenido la incalificable, ¡osadía! de sentir compasión de una mujer blanca. no se le puede aceptar su palabra contra la de dos seres de nuestra raza. El acusado no es culpable en modo alguno, en cambio hay otra persona en esta sala que sí lo es.
Bien señores, en este país, los tribunales tienen que ser de una gran equidad y para ellos todos los individuos han nacido iguales. No soy un iluso que crea firmemente en la integridad de nuestros tribunales y en el sistema del jurado. No me parece lo ideal pero es una realidad a la que no queda más remedio que sujetarse. Pero ahora confío en que ustedes señores examinarán, sin prejuicios de ninguna clase, los testimonios que han escuchado y su decisión devolverá a este hombre al seno de su familia.
En el nombre de Dios, cumplan con su deber. En el nombre de Dios, den crédito a Tom Robinson."
En definitiva, hemos visto una película maravillosa, "centrada en la interpretación de los actores y alejada de la artificiosidad del cine actual".
Qué cruel eres... con lo majo que era el ruiseñor.
ResponderEliminarMe gustan más los colibrís...
ResponderEliminar