Dormitando con el caballero de Olmedo

En raras ocasiones las actividades extraescolares vienen a Ávila y no tenemos que ir a buscarlas a la cercana capital del reino. Esta mañana nos hicieron un pase especial para los colegios e institutos de la ciudad de la obra "El caballero de Olmedo" de Lope de Vega. Me dirigí junto con mis alumnos con la esperanza de encontrarme con una obra clásica en todo su esplendor pero por contra me encontré con unos viejos amigos de Morfeo, la compañía de teatro Corsario.

Hace ocho años asistí con mi buen amigo Vijande a una nueva versión de "Titus Andrónicus" de William Shakespeare a cargo de la compañía Corsario (en esa pequeña sala que había en la plaza de Anaya). He de reconocer de me sesteé durante gran parte de la representación, lo cual achaqué a que había dormido poco la noche anterior (¡Ah! Esos famosos jueves de Salamanca). Vijande, en cambio, lo achacó a que no me gustaba el teatro.

Bueno, se trataba de un montaje valiente que jugaba con las luces y los escenarios minimalistas, pero que a mí me aburrió sobremanera al considerarlo bastante fatigoso de seguir.

Foto: Luis Laforga

Hoy, después de asistir a unas veinte obras de teatro en las cuales no me he dormido (¡Vale! Ya sé que son pocas, pero mi especialidad es el cine y la televisión), me he vuelto a enfrentar a una representación de esta compañía con parte de los actores de la representación anterior. Y como no podría ser de otra manera me eché mis buenas cabezadas durante la parte dramática.

Foto: Luis Laforga

Había cambiado la obra, el autor y la ambientación, pero en el fondo era más de lo mismo:

• División de la obra en escenas obviando la estructura en actos. Conté más de 10 mientras estaba despierto.
• Larga duración sin descansos. Los 100 minutos que duraba según el programa se convirtieron en dos largas horas.
• Falta de iluminación en las transiciones entre escenas. Para ellos no existe el telón. Elemento tan necesario como los anuncios de la televisión.
• Innovaciones técnicas. En una escena campestre nos asombraron con efectos de eco (completamente innecesarias en el teatro, ya bastaba con ver los árboles con forma de escoba para darse cuenta de que estaban en un bosque).
• Banda sonora machacona. Esta vez con un guitarrista que aparecía en segundo plano. Nunca había visto en mi vida un hombre tan aburrido de tener que entrar y salir de escena tantas veces para hacer lo mismo.
• Añadidos musicales. Los actores cantaban a cappella durante algunos momentos de la obra.
• Escenario minimalista con significado oculto y reaprovechable. Algo necesario dado el alto número de escenas.
• Vestuario anacrónico. Pero no tanto. No termino de comprender la razón de hacer esto.

Si a todo esto le sumas un protagonista sobreactuado y que la obra era en verso, puedes imaginarte mi aburrimiento durante las partes trágicas.

Foto: Luis Laforga

Ahora bien, ¿cuál era el público que asistió a semejante representación? Pues 450 alumnos de Secundaria, que a duras penas soportan un documental de 30 minutos o un profesor hablando durante 20 minutos seguidos, y menos comprenden el lenguaje ampuloso del teatro clásico español. Todo un desatino. La verdad es que se portaron bastante mejor de lo que me esperaba dada la situación.

Por cierto, después de la obra había una charla didáctica con los actores de media hora de duración con los actores de la obra (de alguna manera tenían que justificar el dinero recibido por parte de la Junta de Castilla y León). Nadie se quedó en la sala del tedio sufrido.

Aunque lo peor vino en el momento de salir de sala, cuando algunos estudiantes me preguntaron si me había gustado la obra. Tuve que mentir descaradamente diciendo que sí, no fuese a matar de golpe ese pequeño gusanillo que pudieran tener por ver o hacer teatro en el futuro, ya que supongo que éste es el teatro moderno.

En fin, lo que ahora me está remordiendo un poco es: "¿Qué pensaron los actores al ver la sala vacía instantes después de recibir un corto aplauso? ¿Qué Ávila está llena de profesores y alumnos cultos por haber captado todo el sentido de su representación? O, por contra, ¿qué está llena de incultos? En el fondo, pensándolo un poco mejor, me importa un pimiento".