Entré en contacto con él las tardes de sábado y domingo cuando no había nada más que ver que TV1 (sí, no siempre se llamó La Primera) y después me acompañó de adulto en las soporíferas mañanas de los días festivos. Incombustible, para eso fue nadador olímpico, siempre fue capaz de arrancarme un sonrisa. Obviamente la mejor forma de despedirse de él es recordando sus momentos más memorables:
En fin, "hasta siempre Carlo Pedersoli, perdón, Bud Spencer para todos sus amigos".
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