Expansión viajera

Es increíble como cambian los tiempos. Cuando iba a la Universidad durante las protocolarias despedidas de fin de curso todo el mundo desgranaba sus planes para el verano. Quince días en la Costa del Sol, una escapada a Asturias o realizar el Camino de Santiago eran las actividades más comunes.

Pues mira tú por donde este fin de semana me he reunido con unos viejos amigos de la Universidad y obviamente la pregunta surgió, pero las clásicas vacaciones familiares o aventuras embotelladas se habían transformado en una especie de abanico que casi cubre todo el globo.

Sumergirse en la pequeña Lituania utilizando como excusa un congreso, recorrer Perú como profesor de cine, deslizarse por los vestigios del Imperio Romano en la caótica Italia o adentrarse durante tres semanas en la peculiar Vietnam fueron los resultados de tan inocente encuesta. Lugares que hasta hace poco sólo eran alcanzables mediante los archifamosos documentales de La 2.

En fin, yo como siempre por detrás, lento pero seguro, tratando de afianzar lo ya conocido. Vuelvo a Berlín por tercera vez, en esta ocasión en calidad de guía de mis amigos, algo perturbador y maravilloso al mismo tiempo.

Por otro lado, con un poco de suerte las próximas Navidades iré a unos de mis destinos soñados, Egipto. Y con ese viaje espero abrir la espita para los otros nueve que conforman mi lista personal: "visitar los castillos encantados de Escocia (con lago Ness incluido), perderme en la inusual Petra, escalar el Kilimanjaro y en su cima otear el Lago Victoria, recorrer un tramo de la Muralla china, pasear por la postmodernista Tokio, viajar en el Orient Express, sobrevolar el Cañón del Colorado, pasar frío sobre la Plaza Roja y vaguear durante una semana en una isla de la Polinesia francesa".