Papiro plasticoso e inútil

El otro día un compañero del trabajo me dejo su nuevo flamante Papyre 6.1, la incursión española en el ferviente mundo de los ebooks, con la idea de que viese cuanto provecho se le podía sacar a semejante dispositivo. Y al igual que la negativa de las editoriales españolas a asumir la realidad que se les viene encima, la mayoría de lectores compulsivos (como yo mismo) que conozco ya tienen uno, la pieza de hardware patria (en principio, ya que casi todos sus componentes se fabrican en el lejano oriente) tiene un aspecto sacado de una pesadilla steampunk (puedo aseverar esto basándome en que ya he tenido entre mis manos un Kindle y un Sony Reader, los modelos más vendidos en todo el mundo).

Lo mejor de este cachibache infernal (sólo me bastó una hora con él para crucificarlo y apagarlo) es la publicidad que le rodea. La caja llena de colores y estructura de empaquetado parecida a la que por ejemplo monta Apple invita a encontrarte con un buen producto. Al ser también uno de los pocos ebooks sobre los que corre una versión limitada de Linux incita a soñar con posibilidades casi infinitas. Y además viene con una fabulosa funda de piel de cierre magnético. Si a todo esto lo sumamos las críticas positivas que ha recibido en más de un blog especializado, se supone que podría ser un caballo ganador.

Pero todo esto murió al abrirlo y descubrir su textura plasticosa, que casi parecía estar a punto de romperse en mis manos, los botones parecidos a los que nos encontrábamos en los vídeos de 90 euros, la pantalla gris ceniza (excesivo para un producto que se vende en el año 2010 como puntero), los crípticos menús (alucinante que haya que consultar el manual para comprender algo que está en castellano) y la excesiva lentitud (en algunos momentos tenía dudas de si realmente había elegido una función o no, lo que me obligó a activar un insufrible pitido procedente de los albores de la informática).

En fin, todo un desastre que no justifica su precio, 209 euros, y más teniendo en cuenta que se puede adquirir un fantástico Kindle con Wi-Fi, teclado y pantalla de última generación por la mitad.

Ya sé que trae de regalo un tarjeta SD de 2Gb y unos auriculares (de los que no quiero hablar) que incrementan su precio, "pero lo único salvable de todo el kit es el destornillador magnetizado que trae, ya que he olvidado decirte que hay que meter la decimonónica batería por si se desgasta un poco dentro de un aparato que no consume casi nada. O será porque asumen que se va a quedar en las estanterías durante años hasta que algún incauto lo compre".