El fin de la barra libre

Va a sonar bastante irónico viniendo del que firma este artículo pero me alegro de que haya salido para delante la Ley Sinde con las aportaciones del PP (jamás pensé que estuviese de acuerdo en algo con este partido). Es el fin de una de las situaciones más esperpénticas que se han dado en este país. No era de recibo que un país supuestamente moderno como el nuestro tuviese barra libre para la descarga de cualquier clase de contenido. Veamos las razones para que considere esta ley un puro regalo.

Desde el punto de vista del usuario nada cambia. Podrá seguir descargándose lo que le de la gana, sin controles de IP o tráfico. Nada que ver con las leyes de otros países vecinos que atacan el problema de raíz, amonestando directamente al usuario (y que están fracasando en cierta medida salvo por el pringado que le toca la china para que dé ejemplo). Así que la posibilidad de que entre la Guardia Civil en tu domicilio para registrar tu disco duro o colección de DVD se desvanece completamente.

Desde el punto de vista del blogger (un servidor), aunque en primera instancia puede parecer una medida completamente represora y alienante, con la aparición de la tutela judicial (aunque sea relámpago con su intervención en sólo 24 horas) se convierte en pura agua de borrajas. Me cuesta imaginar a un juez que dictamine el cierre completo de un blog por contener un enlace a un vídeo musical de Youtube (a ver cuál es el guapo que denuncia a Google), un fragmento de un texto o una fotografía. Y si se da el caso, se elimina y ya está (lo que no está claro es como te avisarán, ya que lo de las 48 horas me resulta muy rápido).

Y desde el punto de las sociedades de derechos, una de cal y otra de arena. Tienen la ley que querían pero tendrán que sufrir la redefinición del famoso canon para que se adapte a la legislación europea (ya me veo presentando el carné de profesor para comprar los DVD para el instituto).

En resumen, con la nueva redacción, ni una junta de notables va a decidir el cierre de una página (sólo proponer) ni va a acabar la piratería de facto. Lo único que va a pasar es que la barra libre en España va a pasar a mejor vida. Se acabó eso de pulsar un botón y ver directamente una película, o descargarse un cómic que ha salido hace 24 horas. Vuelven los tiempos del Emule o del Torrent (que el resto del planeta no había abandonado) y con ello la piratería descenderá abruptamente en nuestro país hasta acercarse a los porcentajes normales en el resto de Europa, ya que la mayoría de la gente no sabe configurar correctamente un programa de descarga P2P  o buscar un partido de fútbol en otro idioma que no sea el suyo, y menos aún utilizar un proxy para conseguir los susodichos enlaces en una página de otro país.

Por otro lado, con semejante legislación nuestro país deja de estar en la lista negra y abre la puerta a servicios tan fantásticos como Netflix (que según las últimas noticias no aterrizará en España a causa de los abusivos derechos de autor que se manejan en estas tierras, habrá que ver como la SGAE justifica ahora el tema) o Hulu (que cualquiera que lo haya probado se habrá enamorado de él completamente). Por el momento habrá que conformarse con el Spotify (razón por la cual no he vuelto a descargarme nada de música desde que tengo cuenta).

Y supongo que a partir de este momento me lloverán un montón de críticas, ya que me he situado justo en el punto medio, a contracorriente de todo lo que leerás en las próximas horas en el resto de blogs y medios de comunicación. Por cierto, "¿detrás de este nuevo diálogo constructivo entre partidos no estará la embajada norteamericana? ¿Para cuando un pacto de estado en educación, sanidad, seguridad social, administración pública o hacienda?"