No todas las conversaciones en las que he intervenido durante estas vacaciones han sido sobre la impenitente crisis que nos azota. Parece que el derrotismo ha empezado a dejar lugar a otra clase de temas más folclóricos o más etéreos. Y esto me ha llevado a observar que al igual que pasaba en los años 90, donde la mayor parte de la gente no daba justo valor a la revolución informática y sus consecuencias en su modo de vida, en la actualidad vuelve a pasar lo mismo. Entonces éstas se trataban simplemente como las ensoñaciones de lo que podríamos llamar generación geek, que era la única que podía ver las posibilidades que ésta entrañaba.
Yo formé parte de esa generación y fui un poco más lejos al convertirme es una especie de pontífice del cambio tecnológico en la figura de un profesor de Tecnología que no me quedo circunscrito al currículo oficial, si no que trato de mantenerme al día, ya fuese inicialmente con las pretéritas revistas o en la actualidad con los blogs tecnológicos. La verdad es que se trata de un trabajo bastante arduo dado el crecimiento casi exponencial de las nuevas tecnologías, pero creo que aún me mantengo bastante bien informado.
Obviamente vaticinar que pasará en las próximas décadas es casi imposible, ya que el avance tecnológico tiene una geometría variable donde ciertos inventos se convierten en grandes aciertos que el gran público acepta sin más dilación (teléfonos móviles, tabletas, etc) y otros se agostan en las estanterías de almacenes olvidados. Nunca se sabe que puede triunfar o cual será la nueva necesidad creada (perdón, cubierta, a veces me dejo llevar).
Baste de ejemplo las pláticas que he mantenido con mis amigos a lo largo de los últimos 15 años. Conceptos tan transgresores como Internet nunca fueron valorados en su justa medida hasta que éste se llevó por delante las tiendas de discos de música y los videoclubs. No se me olvida cierta conversación que mantuve sobre los libros electrónicos no hace tanto tiempo. En ella, con el primer modelo de Sony Reader en la mano defendí que era el final del negocio editorial tal como lo entendíamos y recibí como respuesta que jamás podría sustituir al libro semejante chisme. En la actualidad la eclosión de éstos hasta mí me deja perplejo, ya que no han sido sus abanderados los componentes de la generación geek si no los lectores compulsivos (sí, esos que devoran más de 3 libros semanalmente), esos que se suponían que ofrecerían más resistencia al cambio.
Ahora bien, este rápido cambio suele llevarse muchos negocios y empleos por delante, lo cual no está mal si se comprende que la única opción es reciclarse o morir. Aunque la situación de España en la actualidad con respecto al paro es terrible, es difícil obviar que cada cambio ocurrido en la cadena de manufactura y venta de productos a lo largo de los últimos 20000 años no ha generado un gran porcentaje de parados. Siempre el ser humano ha sabido sobreponerse a la nueva realidad presente, con más o menos facilidad. En mi corta vida he asistido a varias crisis económicas que se han llevado cientos de negocios otrora prósperos: el lechero que me traía la leche a mi casa, la mercería familiar, los servicios de reparación de electrodomésticos, el videoclub donde alquilaba películas, la tienda de discos para la que ahorraba, etc. Esta crisis llevará al olvido infinidad de puestos de trabajo de contacto con el público como por ejemplo las oficinas bancarias que serán sustituidos sin problemas por la eficiente y atractiva banca online (¿quién volverá a hacer cola para realizar una transferencia o un plazo fijo?).
Por otro lado estos cambios ocasionan que siempre se quede gente atrás, personas que no pueden adaptarse con soltura a la nueva realidad presente. Si la década pasada estaba marcada por la existencia de una gran bolsa de lo que se denominaba analfabetismo digital (que perdura en nuestros días, puedo dar fe de ello), la presente estará llena de alfabetos digitales funcionales, dígase, gente que sabe utilizar superficialmente las nuevas tecnologías pero que no son capaces de entrever como estas afectarán a su futuro. El avance tecnológico de esta década no es el WhatsApp ni las tabletas que hemos abrazado con tanta facilidad. Los verdaderos avances se encuentran en nichos tan insospechados para el gran público por el momento como son las impresoras 3D (que tienen los usos casi inimaginables), la ubicua nube, el pago inalámbrico, el coche autónomo y los robots (que parecían que nunca iban a llegar pero que cada vez están más cerca). Esos son los temas que poco a poco han ido apareciendo en las conversaciones de esta navidades, de nuevo causando estupor entre el resto de interlocutores salvo para los que aún se encuentran sobre la ola, los que intuyen por donde van a ir los tiros.
No es por asustar, pero si la historia no cambia, y lo dudo mucho, durante la próxima crisis (es lo que tiene estar sujetos a una economía de mercado, la aparición del siguiente evento de corrección es lo único que se puede afirmar con seguridad) desaparecerán las cajeras de supermercado, los taxistas, los diseñadores de baratijas, los limpiadores, etc. Avisado quedas por parte de un autodenominado pontífice de la tecnología, "la mejor forma de escapar al próximo tsunami tecnológico es dedicarte a la creación de contenidos, al final el artista es el único que tiene un futuro certero".
Lo de las impresoras 3D es una pasada. Los planos de robots "imprimibles" se bajan de internet con una facilidad pasmosa, se los das a la impresora...y ualá! solo te queda montarlo...
ResponderEliminarAunque no deja de dar un poco de yuyu eso de que unas maquinas puedan "parir" otras...
los replicantes se acercan!
Y lo del pago inalámbrico, yo lo que llevo años esperando son cargadores inalámbricos, que parezco un cacharrero cada vez que tengo que emprender un viaje (cargador de la camara, el ordenador, el móvil, la tablet....)
Esto si es subir el nivel, y no poner chipuflautadas de cineastas drogaos que solo le gustan a cineastas drogaos.
EliminarNo te creas que te escapas Juan, he leido lo que dices del hobbit, cuando te pille te reviento
Y habla de reciclaje laboral un funcionario al que no gustan los cambios y que solo ansía que todo se quede como está y perpetuarse en su puesto.
ResponderEliminarY habla de estar a la última alguien que lleva un teléfono Siemens de hace 10 años, cuyo mayor hito tecnológico es que mandaba sms's y que tenía el juego de la serpiente...
Manda huevos lo que hay que leer...
Es como los curas, obispos y papas que predican pobreza y viven en palacios rodeados de oropel y de criados...
En fin, esto es España el país de la doble moralina.
Avisado quedas por parte de un autodenominado pontífice de la tecnología,
ResponderEliminarHabemus papa.