Uno de los problemas fundamentales de la época de la historia de España en la cual me ha tocado vivir es que los cambios socio-económicos son brutales. Vamos quemando etapas como si de una carrera ciclista se tratase. Nadie quiere mirar atrás ni aprender de los errores de los vecinos con los cuales nos comparamos.
Un ejemplo de ello son dos artículos publicados en el ABC (para que luego digáis que no leo la prensa del otro bando). El primero data de 24 de Mayo de 1996:
Los agricultores franceses reanudan su guerra contra productos españoles al destruir varias toneladas de patatas
"Según manifestaron ayer fuentes de la Coordinadora Rural, las masivas exportaciones de patata temprana española a Francia han provocado una importante caída en los precios de este producto. Estos mismos medios calificaron de provocaciones las importaciones procedentes de España."
El segundo está extraído de la edición de hoy:
Los ganaderos gallegos mantienen sus protestas ante el descenso de precios
"SANTIAGO. Un grupo de ganaderos gallegos derramaron ayer en la salida de la autovía a Madrid, en la localidad lucense de Outeiro de Rei, un total de 25.000 litros de leche procedente de Portugal que era trasladado en un camión cisterna de la empresa lusa «A Fornecedora» con destino a la planta de Corporación Peñasanta -de la que forma parte la lechera Larsa-."
Es curioso que ambos artículos se encuentren separados en el tiempo simplemente 11 años. Hemos pasado de ser los damnificados a ser los agresores en una década. ¿Qué pensarán nuestros hermanos portugueses de nosotros? ¿Es justificable este cambio de comportamiento en una década? ¿Nos hemos convertido de facto en una potencia que extorsiona a sus vecinos más débiles?
Está claro que en diez años es complicado que la estructura y tejido de la sociedad cambie, y menos aún que lo haga década a década. No es de recibo que el español medio se crea algo que no es posible que sea todavía. Nuestros treinta y tres años de democracia no se pueden comparar con los sesenta años de la república italiana o las cinco repúblicas francesas. La formación de nuevas estructuras sociales lleva su tiempo como se puede analizar por el devenir de nuestros vecinos.
Entonces, ¿qué es el famoso "milagro español"? A mi entender es una copia barata de las virtudes y errores cometidos por nuestros vecinos, pero mostrada aceleradamente y aderezada por la llegada de cantidades ingentes de dinero del extranjero. Es como una especie de carrera hacia delante en la cual no se asienta lo conseguido.
No es normal que cuando hace una década las empresas españolas eran pequeñas y fácilmente comprables, ahora sean éstas las que arbitren el sarao: el Banco Santander comprando bancos ingleses, Iberia forzando la fusión con British Airways, Iberdrola tratando de controlar la generación de energía en Estados Unidos, Telefonica ninguneando a Telecom Italia, etc. Si a esto le sumamos las victorias deportivas y la creciente salida de turistas al extranjero dada la fortaleza del euro, nos encontramos con que en el corazón de cada español está naciendo un pequeño Felipe II, lo que le lleva a pensar que el alcance de nuestro poder futuro no tiene límites.
Pues bueno, ¡mucho cuidado! Al igual que se demostró que el Imperio español tenía unos cimientos frágiles, nuestro nuevo imperio también sufre del mismo defecto: dependencia del sector de la construcción, desunión y falta de planificación industrial, sumisión a las decisiones de Bruselas y fragmentación territorial (mejor dicho, luchas intestinas por el poder territorial, ya que no es de recibo que varias comunidades autónomas quieran independizarse).
En definitiva, "aunque hoy nos sintamos como los franceses, espero que todo el mundo tenga claro que no podemos ser como ellos en sólo treinta años. Y por cierto, ¿quién quiere ser francés?"
Los agricultores franceses reanudan su guerra contra productos españoles al destruir varias toneladas de patatas
"Según manifestaron ayer fuentes de la Coordinadora Rural, las masivas exportaciones de patata temprana española a Francia han provocado una importante caída en los precios de este producto. Estos mismos medios calificaron de provocaciones las importaciones procedentes de España."
El segundo está extraído de la edición de hoy:
Los ganaderos gallegos mantienen sus protestas ante el descenso de precios
"SANTIAGO. Un grupo de ganaderos gallegos derramaron ayer en la salida de la autovía a Madrid, en la localidad lucense de Outeiro de Rei, un total de 25.000 litros de leche procedente de Portugal que era trasladado en un camión cisterna de la empresa lusa «A Fornecedora» con destino a la planta de Corporación Peñasanta -de la que forma parte la lechera Larsa-."
Es curioso que ambos artículos se encuentren separados en el tiempo simplemente 11 años. Hemos pasado de ser los damnificados a ser los agresores en una década. ¿Qué pensarán nuestros hermanos portugueses de nosotros? ¿Es justificable este cambio de comportamiento en una década? ¿Nos hemos convertido de facto en una potencia que extorsiona a sus vecinos más débiles?
Está claro que en diez años es complicado que la estructura y tejido de la sociedad cambie, y menos aún que lo haga década a década. No es de recibo que el español medio se crea algo que no es posible que sea todavía. Nuestros treinta y tres años de democracia no se pueden comparar con los sesenta años de la república italiana o las cinco repúblicas francesas. La formación de nuevas estructuras sociales lleva su tiempo como se puede analizar por el devenir de nuestros vecinos.
Entonces, ¿qué es el famoso "milagro español"? A mi entender es una copia barata de las virtudes y errores cometidos por nuestros vecinos, pero mostrada aceleradamente y aderezada por la llegada de cantidades ingentes de dinero del extranjero. Es como una especie de carrera hacia delante en la cual no se asienta lo conseguido.
No es normal que cuando hace una década las empresas españolas eran pequeñas y fácilmente comprables, ahora sean éstas las que arbitren el sarao: el Banco Santander comprando bancos ingleses, Iberia forzando la fusión con British Airways, Iberdrola tratando de controlar la generación de energía en Estados Unidos, Telefonica ninguneando a Telecom Italia, etc. Si a esto le sumamos las victorias deportivas y la creciente salida de turistas al extranjero dada la fortaleza del euro, nos encontramos con que en el corazón de cada español está naciendo un pequeño Felipe II, lo que le lleva a pensar que el alcance de nuestro poder futuro no tiene límites.
Pues bueno, ¡mucho cuidado! Al igual que se demostró que el Imperio español tenía unos cimientos frágiles, nuestro nuevo imperio también sufre del mismo defecto: dependencia del sector de la construcción, desunión y falta de planificación industrial, sumisión a las decisiones de Bruselas y fragmentación territorial (mejor dicho, luchas intestinas por el poder territorial, ya que no es de recibo que varias comunidades autónomas quieran independizarse).
En definitiva, "aunque hoy nos sintamos como los franceses, espero que todo el mundo tenga claro que no podemos ser como ellos en sólo treinta años. Y por cierto, ¿quién quiere ser francés?"
"Y por cierto, ¿quién quiere ser francés?"
ResponderEliminarJe non, mondie.
Yb pvregb rf dhr qrfqr dhr unf pnzovnqb ybf pbyberf zr qrwb yn ivfgn l ab gratb tnanf qr cbare anqn qr anqn, av zhpub av cbpb, zr dhrqb fva cnfne cbe ndhv.
ResponderEliminarIbl n pnzovne ybf raynprf qr ybf oybtf n: Zvbcvn Yngragr.