Era Rajoy - Año 3 - Día 354

Hacía mucho tiempo que no perpetraba una entrada de este estilo, pero la ocasión lo merece. Nuestro insigne Presidente, en el día más importante de su carrera política, el de la declaración de independencia de Cataluña, se encontraba a pocos metros de un servidor. Y es que aunque todavía no tengo muy claro la razón de que decidiese dar su contestación desde la depauperada Béjar, lo hizo, rodeado de sus fieles y encanecidos seguidores.

El tiempo acompañó. Un día soleado de este veranillo imposible que estamos viviendo. El salón de actos de mi instituto se convirtió en una improvisada sala de prensa, las ventanas de la pared que daba al lugar donde se iba a celebrar el evento estaban cerradas, un par de francotiradores se apoltronaron en el aula de proyecciones, aparecieron como setas controles policiales en las calles de acceso y nuestra chiquillería se alteró completamente (era la primera vez que un Presidente del Gobierno se dejaba ver por estos lares y para más inri del partido político preferido por la inmensa mayoría).

Hasta el que firma esta entrada tenía la posibilidad de asistir al evento en el día más sobrecargado de clases de la semana. Pues mi única hora sin docencia coincidía milagrosamente con el horario previsto para el famoso discurso. Así que salí del instituto cruzando la puerta principal y me encontré esta escena:

Tras tres cuartos de hora ocioso tratando de discernir al francotirador del campanario (es una pena que no se vea en la fotografía) y observando los estragos que hacía el calor sobre las próstata del avejentado público me tocó entrar de nuevo al instituto para introducir a mis alumnos en los misterios que rodean al dibujo vectorial con unos equipos de 14 años de edad gracias a ese señor que se retrasaba tanto. Al parecer estaba firmando en el ayuntamiento un libraco para mandar al Consejo de Estado. ¡Qué cosas!

Ahora bien, al parecer, mientras estaba dando clase, el acto se celebró. Según contaron los testigos, los teloneros hablaron sobre la industria textil robada por los catalanes y lo olvidada que está la minería (ese en mi Herrera), mientras Rajoy relató como la decisión del Parlament era un ataque a los sentimientos de millones de personas (entre las que me incluyó a mi, sin comerlo ni beberlo):

Por cierto, tanto se retrasó el acto, que al final coincidió con la salida de nuestros 200 vociferantes alumnos. Bueno, por eso de dar la nota, que así de especialito soy, en vez de hacerme un selfie con nuestro Presidente (se hizo uno con todo bicho viviente que se le acercó, algunos de mis alumnos los tienen surrealistas), me conformé con hacerle una fotografía que representa lo que espero que haga en breve, irse junto con todos sus acólitos:

En fin, ¿a qué nunca habías visto la nuca de Mariano Rajoy? Pues así de blanquita luce, parece que a este hombre no le da ya nunca el sol. Lo cual no es de extrañar dado que está preocupado por todos nosotros (aunque ni fibra ni ordenadores nuevos en el horizonte por el momento). Pero salvo milagro de última hora, o eso espero, "solo nos quedan 11 + 30 (que se ha autorregalado a si mismo nuestro Presidente) días de la Era Rajoy".