Más de una vez se ha criticado o alabado los viejos métodos de enseñanza, ya sea porque se consideraban excesivamente memorísticos o incidían en la utilización de ciertas destrezas básicas. Una de estas últimas era el llamado cálculo mental rápido, que no hay que confundir con la "cuenta de la vieja", en el cual unas ciertas estrategias permitían realizar cálculos a priori complicados con sencillez y soltura, simplificando en ciertas ocasiones las operaciones básicas clásicas (sumar, restar, multiplicar y dividir). Pues bueno, las personas que lo utilizan las voy a incluir dentro de una nueva especie: "el homo calcŭlus".
La presencia del homo calcŭlus se detecta con cierta facilidad, para ello basta con fijarse en ciertos detalles:
- Llevan el bote los fines de semana y reparten lo que sobra equitativamente sin recurrir a la calculadora del móvil.
- Miran con suspicacia las cajas registradoras de las tiendas y son los que detectan los errores en el cambio.
- Su adaptación al euro fue rapidísima.
- Suelen hacer cálculos aproximativos del coste de las cosas.
- Plantean con facilidad problemas de intercambios de dineros a tres bandas.
- Tienen cierta predilección por los sudokus.
- Dominan las tablas de multiplicar y aman los porcentajes.
- Obtienen buenos resultados en los test de inteligencia.
Pero te estarás preguntando a qué me refiero con cálculo rápido. Veamos una par de ejemplos:
Ejemplo 1. La suma: 367 + 78 = ?
Un homo sapiens sapiens normal pondría cara de asco y ante la necesidad de calcular esta cantidad haría lo siguiente por orden de prioridad dependiendo del material que tuviese a mano:
a) Coger el móvil, elegir la opción Calculadora, y teclear la infame suma en él.
b) Sino hay móvil, pero sí papel, realizar la operación como le enseñaron en la escuela, mientras trata mentalmente de recordar como era eso de me llevo una.
c) En el caso de no tener nada a mano, las unidades se convierten en calderilla y por lo tanto como 36 + 7 = 43 (realizando esta operación en la mayor parte de las ocasiones contando con los dedos de mano, pero de forma disimulada para que no se note), el resultado anda rondando los 430.
Un homo calcŭlus plantearía el problema de la siguiente forma: para llegar a 400 desde 367 me faltan 33, se los quito a 78, con lo que me queda 45, y al final sumo 400 con 45, con lo que el resultado es 445. Todo esto mentalmente durante unos 2 o 3 segundos.
Ejemplo 2. El producto (multiplicación): 1983 × 3 = ?
Ante este producto el homo sapiens sapiens, sino media ningún accesorio por medio, puede dar dos respuestas: "Es muy difícil" (en la mayoría de los casos) o "Creo que es algo menos de 6000" (en muy pocos casos).
Por contra el homo calcŭlus plantearía el problema de la siguiente forma: 2000 por 3 son 6000, 100 menos 83 son 17, 17 por 3 son 51 y 100 menos 51 son 49, por lo tanto el resultado es 5949.
Cuando se van complicando los cálculos, cada vez más el homo sapiens sapiens se encuentra desamparado y el homo calcŭlus se encuentra en su salsa.
La razón de que te cuente todo esto es que hoy se han necesitado 3 alumnos de 4º de la ESO para completar una serie de divisiones por dos muy parecida a la siguiente:
Sin llegar a hacer chistes fáciles, la cara que mostraron al ser sustituidos en la pizarra por otro compañero era todo un poema. Y todo esto teniendo en cuenta que estaban avisados desde hace una semana que tenían que saber dividir por dos.
Creo que esto "es un anuncio de la pronta extinción de mi querido homo calcŭlus a manos del inmisericorde homo sapiens sapiens."