La soledad del tren

Un usuario habitual del transporte público no puede dejar de fijarse en un pequeño detalle. La mayoría de los usuarios del tren suelen ir solos.

Ya sea por la forma de vender los billetes, primero se venden los de ventana y después los de pasillo (por cierto, una curiosa costumbre que todavía no he llegado a entender, sino dices nada al comprar el billete con antelación, en la ventanas te verás colocado), o porque la mayor parte de las parejas lo evitan (tendrán todos coche), pero la triste realidad es que vamos de uno en uno, ocupados en nuestros asuntos y evitando las conversaciones mediante los sempiternos auriculares (¡bendito sea el Ipod! Qué tantas conversaciones no deseadas ha evitado).

En el fondo se ha transformado en el medio de transporte de la soledad, donde el bullicio de otros tiempos ha sido sustituido por el sepulcral silencio, "¿ésto es la famosa convergencia europea?".