Como ya sabéis los habituales de este blog pertenezco a un pequeña asociación gastronómica de Ávila, Los Putaninos. Hoy hemos vuelto al restaurante donde la fundamos, producto de una soberana borrachera, para celebrar una cata de vinos parecida a la de la primera vez.
El menú ha cambiado con el paso del tiempo, pero no así la dimensión desproporcionada de éste. Bueno, viéndolo puedes llegar a comprender que nos llevase cerca de tres horas concluir el acto y en este momento me encuentre completamente empachado, aunque sea felizmente empachado:
1. Olivas, queso parmesano y jamón ibérico acompañado de un Manzanilla "Sanlucar de Barrameda".
2. Risotto de Boletus acompañado de un Cava Bruit.
3. Viera en concha de hojaldre gratinada al parmesano acompañado de un blanco fermentado en barrica.
4. Tiras de avileño y cabrito asado acompañado de un Liberalia 0 (D.O. Toro).
5. Queso de Cabrales acompañado de un Pedro Ximenez.
6. Tarta tres chocolates acompañado de un Oporto L.B.V.
Puedes pensar que hago este artículo para chincharte (aunque se que muchos de vosotros no os acercarías a un acto social cuyo elemento esencial es el vino), pero la verdad es que es para hacer una pequeña autocrítica. Por alguna extraña razón tengo más desarrollado el sentido del gusto que el del olfato, algo completamente contradictorio teniendo en cuenta la sensibilidad de ambos sentidos. De ahí que apreciase mucho más la comida que los caldos que la acompañaban. Para mí, sólo hay dos clases de vinos: los que me saben ricos (en este caso todos los que tomé hoy, aunque sí sería capaz de colocarlos en orden preferencia) y los que no (cuyo único destino es el horrendo calimocho, producto que no consumo desde hace muchos años). Toda esa gama de olores a cuero, frambuesa, mar, madera húmeda y avellanas crudas, por ejemplo, me son esquivos. Y más después de cuatro o cinco copas de vino (la costumbre de escupirlo no forma parte de mi religión).
Por otro lado, de toda esta bacanal gastronómica, salvo por la compañía que siempre es excelente, me quedo con el Risotto de Boletus, que es lo mejor que he comido en muchos años. "Creo que podría alimentarme con él durante meses sin cansarme".
1. Olivas, queso parmesano y jamón ibérico acompañado de un Manzanilla "Sanlucar de Barrameda".
2. Risotto de Boletus acompañado de un Cava Bruit.
3. Viera en concha de hojaldre gratinada al parmesano acompañado de un blanco fermentado en barrica.
4. Tiras de avileño y cabrito asado acompañado de un Liberalia 0 (D.O. Toro).
5. Queso de Cabrales acompañado de un Pedro Ximenez.
6. Tarta tres chocolates acompañado de un Oporto L.B.V.
Puedes pensar que hago este artículo para chincharte (aunque se que muchos de vosotros no os acercarías a un acto social cuyo elemento esencial es el vino), pero la verdad es que es para hacer una pequeña autocrítica. Por alguna extraña razón tengo más desarrollado el sentido del gusto que el del olfato, algo completamente contradictorio teniendo en cuenta la sensibilidad de ambos sentidos. De ahí que apreciase mucho más la comida que los caldos que la acompañaban. Para mí, sólo hay dos clases de vinos: los que me saben ricos (en este caso todos los que tomé hoy, aunque sí sería capaz de colocarlos en orden preferencia) y los que no (cuyo único destino es el horrendo calimocho, producto que no consumo desde hace muchos años). Toda esa gama de olores a cuero, frambuesa, mar, madera húmeda y avellanas crudas, por ejemplo, me son esquivos. Y más después de cuatro o cinco copas de vino (la costumbre de escupirlo no forma parte de mi religión).
Por otro lado, de toda esta bacanal gastronómica, salvo por la compañía que siempre es excelente, me quedo con el Risotto de Boletus, que es lo mejor que he comido en muchos años. "Creo que podría alimentarme con él durante meses sin cansarme".
DIOS QUE COLORES HAS PUESTOOOOOOOOO
ResponderEliminarSe ven bien sobre fondo negro.
ResponderEliminarLa crueldad hecha persona y blog
ResponderEliminarentre el nombre de la sociedad, Putaninos... y los colores... he sufrido de un ataque espileptico de galacticas proporciones
ResponderEliminarPUBLI:
ResponderEliminar"Vino Parchita" el mejor en sus cenas de amigos o gastronómicas. Ideal para mezclar con refrescos o cualquier sustancia de origen líquido o mixcible.
Toña asegurada a la media hora.
Efectos secundarios: Normalmente provoca fuerte dolor de cabeza a la mañana siguiente que puede prolongarse a lo largo de todo el día.
Y por cierto Chuchi; después de leer ésto, ¿aún tratarás de convencernos este verano (como todos los anteriores desde que tengo uso de razón) de que vas a hacer 2000 largos al día y te vas a quedar en 90 Kilos?.
ResponderEliminarLo digo por ir preparado con la vuvufela para abuchearte, porque tras esas comidas no creo que ese peso sea posible a no ser que San Dunguero obre un milagro...
Los Putaninos, vaya nombre...
ResponderEliminar¿Para cuando la asociación "Zorropastos" para la degustación de las birras en las terrazas, acompañadas de patatas fritas?
chuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuchiiiiiiiiii he instalado linux :P verdad que subiras tutoriales o abriras un chat o las dos cosas?
ResponderEliminarhola chuchi
ResponderEliminarpues como dije te dejo el nuevo nombre y la nueva deireccion de mi 2º blog, el que era Nueva Patrulla Estilo:
A partir de ahora se llamara "La Nariz Superlativa" y su direccion URL es http://lanarizsuperlativa.blogspot.com/
Buen verano