Entre los cambios que se han producido este año en mi instituto, que han sido bastantes, uno está poniendo a prueba mi calma: "La puerta del instituto permanecerá cerrada durante el horario lectivo, en consecuencia aquellos alumnos menores de 18 años no podrán salir del centro salvo en el recreo".
Dejando a parte la idoneidad de la medida, cuya filosofía no comparto aunque entienda los fines que persigue, nacida de la dejadez de la policía municipal con respecto a su obligación de trasladar a los centros educativos a todos los menores de edad que se encuentren por la calle y no estén a cargo de sus tutores legales (¡Maldita sea! Para algo debe servir el famoso DNI). Las normas son para cumplirlas y con más razón en un centro educativo, donde una de sus misiones es preparar a los alumnos para que formen parte de la sociedad.
No es de cargo, que los alumnos, conocedores de la instrucción desde principio de curso, traten de forzar la situación sistemáticamente acumulándose como si de manada de lobos se tratase en las proximidades de la puerta para tratar de aprovechar el menor resquicio para escapar del instituto en estos últimos días de curso. Utilizando para ello la más variopinta selección de tácticas que incluyen el engaño y el menosprecio a los agentes que tratan de cumplir con la norma.
Quienes son estos agentes, los mismos profesores que tratan de acceder o salir edificio (bueno, los que creemos que es importante hacer cumplir la legalidad, y con esto no quiero decir que las normas no se puedan doblar alguna vez, pero obviamente sin abusar, ya que no vivimos en el mundo ficticio de Jack Bauer, donde todo vale) y los conserjes, que han pasado de hacer unas simples fotocopias a convertirse en verdaderos sargentos de hierro.
A raíz de que viene todo esto, pues a que he tenido en la última semana varios enfrentamientos con los alumnos en la famosa puerta. Han tratado de engañarme, camelarme y empujarme con el único propósito de salir del centro. Ahora bien, esto lo llevaría bien sino fuese porque tres minutos más tarde otro compañero les facilita la escapada, convirtiéndome de pronto o en un ogro o en una especie de payaso a los ojos de estos.
Pero yendo un poco más lejos, el otro día asistí a una escena que demuestra la verdadera descomposición de nuestra sociedad, donde a poco que se haga volverán a aparecer los fantasmas del clasismo (para que luego hablen de los efectos perniciosos de Educación para la ciudadanía, parece que 33 años de democracia no han servido para eliminar de nuestra estructura genético social esta barbarie de tiempos pasados). Una alumna, obviamente no diré su nombre, trato en principio de camelarme, mostrándose sonriente mientras le negaba la salida para segundos más tarde al ser sustituido por una conserje en la misión de evitar la salida (recordemos que en principio esta no es mi responsabilidad, yo simplemente quería acceder a mi centro de trabajo), se dirigió a la misma con una serie de expresiones despectivas que devaluaban su cometido, creando de facto dos clases sociales (no olvides que en pocos minutos sería premiada por la superior, al obtener su ansiada escapada).
Puedes pensar que estoy haciendo una montaña de un grano de arena, pero si piensas un poco en esto te darás cuenta que esta es una semilla que se va introduciendo en el subconsciente colectivo. Al devaluar ciertos puestos de trabajo con la desigualdad verbal, poco después, aunque nos pese, el sistema de clases hace aparición (elemento precursor del capitalismo atroz que nos espera en el futuro). Para mi el trabajo de un barrendero, de un administrativo, un albañil, un profesor, un ingeniero o un arquitecto son equivalentes, sólo se diferencian en la preparación de cada uno y en la suerte que haya tenido en la vida. Nunca me veréis negar el saludo a nadie o evitar una conversación en primera instancia incómoda, salvo por razones obvias: pirados (que no sean divertidos), borrachos y políticos.
Por otro lado, el tema de la puerta tiene otra vertiente que apoya también mis tesis. Los padres, que en su mayoría se opusieron a la norma en cuestión, no pueden tampoco desautorizar a la dirección del centro apoyando a su hijos en este comportamiento, ya sea en forma de comentarios mal medidos en casa o simplemente falsificando partes. Menospreciar esta simple norma obviamente no va a conducir a la anarquía, pero animar a sus hijos a que la incumplan, es otra vuelta de tuerca en la errática educación de estos.
Por cierto, ahora que me acuerdo del tema. Puestos a devaluar ciertos puestos de trabajo. Puedo entender la alegría de la mayoría de la ciudadanía con respecto a la bajada de sueldo de los funcionarios, ya que en cierta forma nos consideran un cáncer para la sociedad (afirmación que creo que suscribe alguno de los comentaristas de este blog). Ahora bien, al igual que hace años decía que entramparse con los bancos 40 años era una simple locura (el tiempo me ha dado la razón), atacar ahora al funcionarado, médula espinal del peculiar estado del bienestar que disfrutamos en Europa tendrá dos terribles consecuencias: la primera la sufrirán la sufrirán los autónomos en su carnes en pocos meses, cuando el consumo se detraiga brutalmente sumándose a la caída provocada por lo parados; y la segunda, a más largo plazo, cuando el estado del bienestar se vaya desvaneciendo poco a poco, al principio serán pequeñas cosas como pagar un euro para tener una cita con el médico de cabecera o disminuir las prestaciones de las becas, para luego convertirse en la privatización de los fondos de pensiones por ejemplo (sí, esos que se han esfumado en los Estados Unidos con la reciente crisis financiera).
En fin, resulta triste pensar que todo esto se va por el retrete. "Imagínate un futuro donde el sistema de clases ha vuelto, las leyes se tuercen para el beneficio del mejor situado, el acceso a la sanidad y educación está limitado, y el desprecio a las más mínimas normas de educación campa a sus anchas. O espera, eso es el siglo XIX. ¡Humm! ¿Qué seguía después? Anda, el fascismo".
No es de cargo, que los alumnos, conocedores de la instrucción desde principio de curso, traten de forzar la situación sistemáticamente acumulándose como si de manada de lobos se tratase en las proximidades de la puerta para tratar de aprovechar el menor resquicio para escapar del instituto en estos últimos días de curso. Utilizando para ello la más variopinta selección de tácticas que incluyen el engaño y el menosprecio a los agentes que tratan de cumplir con la norma.
Quienes son estos agentes, los mismos profesores que tratan de acceder o salir edificio (bueno, los que creemos que es importante hacer cumplir la legalidad, y con esto no quiero decir que las normas no se puedan doblar alguna vez, pero obviamente sin abusar, ya que no vivimos en el mundo ficticio de Jack Bauer, donde todo vale) y los conserjes, que han pasado de hacer unas simples fotocopias a convertirse en verdaderos sargentos de hierro.
A raíz de que viene todo esto, pues a que he tenido en la última semana varios enfrentamientos con los alumnos en la famosa puerta. Han tratado de engañarme, camelarme y empujarme con el único propósito de salir del centro. Ahora bien, esto lo llevaría bien sino fuese porque tres minutos más tarde otro compañero les facilita la escapada, convirtiéndome de pronto o en un ogro o en una especie de payaso a los ojos de estos.
Pero yendo un poco más lejos, el otro día asistí a una escena que demuestra la verdadera descomposición de nuestra sociedad, donde a poco que se haga volverán a aparecer los fantasmas del clasismo (para que luego hablen de los efectos perniciosos de Educación para la ciudadanía, parece que 33 años de democracia no han servido para eliminar de nuestra estructura genético social esta barbarie de tiempos pasados). Una alumna, obviamente no diré su nombre, trato en principio de camelarme, mostrándose sonriente mientras le negaba la salida para segundos más tarde al ser sustituido por una conserje en la misión de evitar la salida (recordemos que en principio esta no es mi responsabilidad, yo simplemente quería acceder a mi centro de trabajo), se dirigió a la misma con una serie de expresiones despectivas que devaluaban su cometido, creando de facto dos clases sociales (no olvides que en pocos minutos sería premiada por la superior, al obtener su ansiada escapada).
Puedes pensar que estoy haciendo una montaña de un grano de arena, pero si piensas un poco en esto te darás cuenta que esta es una semilla que se va introduciendo en el subconsciente colectivo. Al devaluar ciertos puestos de trabajo con la desigualdad verbal, poco después, aunque nos pese, el sistema de clases hace aparición (elemento precursor del capitalismo atroz que nos espera en el futuro). Para mi el trabajo de un barrendero, de un administrativo, un albañil, un profesor, un ingeniero o un arquitecto son equivalentes, sólo se diferencian en la preparación de cada uno y en la suerte que haya tenido en la vida. Nunca me veréis negar el saludo a nadie o evitar una conversación en primera instancia incómoda, salvo por razones obvias: pirados (que no sean divertidos), borrachos y políticos.
Por otro lado, el tema de la puerta tiene otra vertiente que apoya también mis tesis. Los padres, que en su mayoría se opusieron a la norma en cuestión, no pueden tampoco desautorizar a la dirección del centro apoyando a su hijos en este comportamiento, ya sea en forma de comentarios mal medidos en casa o simplemente falsificando partes. Menospreciar esta simple norma obviamente no va a conducir a la anarquía, pero animar a sus hijos a que la incumplan, es otra vuelta de tuerca en la errática educación de estos.
Por cierto, ahora que me acuerdo del tema. Puestos a devaluar ciertos puestos de trabajo. Puedo entender la alegría de la mayoría de la ciudadanía con respecto a la bajada de sueldo de los funcionarios, ya que en cierta forma nos consideran un cáncer para la sociedad (afirmación que creo que suscribe alguno de los comentaristas de este blog). Ahora bien, al igual que hace años decía que entramparse con los bancos 40 años era una simple locura (el tiempo me ha dado la razón), atacar ahora al funcionarado, médula espinal del peculiar estado del bienestar que disfrutamos en Europa tendrá dos terribles consecuencias: la primera la sufrirán la sufrirán los autónomos en su carnes en pocos meses, cuando el consumo se detraiga brutalmente sumándose a la caída provocada por lo parados; y la segunda, a más largo plazo, cuando el estado del bienestar se vaya desvaneciendo poco a poco, al principio serán pequeñas cosas como pagar un euro para tener una cita con el médico de cabecera o disminuir las prestaciones de las becas, para luego convertirse en la privatización de los fondos de pensiones por ejemplo (sí, esos que se han esfumado en los Estados Unidos con la reciente crisis financiera).
En fin, resulta triste pensar que todo esto se va por el retrete. "Imagínate un futuro donde el sistema de clases ha vuelto, las leyes se tuercen para el beneficio del mejor situado, el acceso a la sanidad y educación está limitado, y el desprecio a las más mínimas normas de educación campa a sus anchas. O espera, eso es el siglo XIX. ¡Humm! ¿Qué seguía después? Anda, el fascismo".
um, de acuerdo con lo de la puerta.(y eso que a lo largo de esta semana he hecho uso de varias de las tácticas expuestas, por imitación aprendidas)Entenderás que para perder el tiempo en clase, uno se va a dar una vuelta.
ResponderEliminarPero si, exageras bastante con lo de las clases sociales ...
Estoy de acuerdo contigo, nos hemos visto (mi compañero y yo) en la misma tesitura que tú, en más de una ocasión, en nuestro instituto, y se te cae el alma a los pies cuando esas mismas personas, unos "Salvapatrias", después se rasgan las vestiduras ante otro tipo de hechos mucho más inverosímiles.
ResponderEliminarDe verdad los funcionarios os creeis ésto?:
ResponderEliminar"la primera la sufrirán la sufrirán los autónomos en su carnes en pocos meses, cuando el consumo se detraiga brutalmente sumándose a la caída provocada por lo parados; y la segunda, a más largo plazo, cuando el estado del bienestar se vaya desvaneciendo poco a poco, al principio serán pequeñas cosas como pagar un euro para tener una cita con el médico de cabecera o disminuir las prestaciones de las becas, para luego convertirse en la privatización de los fondos de pensiones por ejemplo".
Primero: me parto la caja. Según tú si no hubiese funcionarios se acabaría el mundo. Se hundiría el barco y retornaríamos a la época de la barbarie y la destrucción.
Que buen guión para una película de CIENCIA FICCIÓN, Chuchi.
Segundo: lanzo mi disertación. Creo que nadie discrepa de qué debe ser "gratis" y que no (lo entrecomillo porque aunque parezca que no, todos hemos pagado ese servicio antes con nuestros impuestos, lo usemos o no). Lo que tal vez no comparta es que el que algo sea "gratis" implique el recibir un pésimo servicio por personas casi siempre apoltronadas y a veces incopetentes por varias razones: falta de motivación, obtención del puesto a dedo, no haber renovado sus conocimentos en la materia,...
ESO es lo que es intorerable. Y ESO casi todas las veces es debido a la creación de una casta llamada funcionariado. Una casta con unos privilegios por encima de los demás. Una casta que no necesita ser evaluada de ninguna forma y sobre la que se da por hecho que están haciendo bien su trabajo.
Y añado más. Estaría casi de acuerdo en que ESO fuese así; siempre y cuando, claro, ese servicio "gratis" por el que he pagado antes responda a las espectativas que yo quiero y necesito.
TOCHO, TOCHO, TOCHO, CUANTO TIEMPO........
ResponderEliminarY es que las normas son patra cumplirlas, y tu ultimamente no cumplias la de escribir tropecientas palabras.
da gusto ver que las cosas vuelven a la normalidad......
Por cierto Chuchi, lamento que te castigen en el cole sin poder salir a jugar la pocha con los alumnos, que putada te han echo.
ResponderEliminarJoer... nuzé
ResponderEliminaryo hay veces que incluso e visto que algun conserge abria la propia puerta xd echo curioso porque si almenos el alumno aparentara mas edad, pero se veia claramente qeu era de 2 o 3 y porloque no estaba autorizado a salir.
ResponderEliminarde todos modos, esta semana es normal que los alumnos se vallan, ya que con la desaparicion de la habitual semana de examenes, en la cual solo asistiamos los alumnos con meterias a recuperar durante la hora adecuada, el resto de alumnos echa en falta esa semana, acostumbrados ya a ella, deciden hacerla por si mismos
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
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ResponderEliminarel sistema de clases no se si volvera o ya esta retornando...
ResponderEliminarpero si se que el despotismo, la autocracia (en su forma de dictadura) y los decreto-ley ya esta aqui...
¡Viva su impositor!
Un Saludo
El tema de la educación y las normas es algo que me preocupa. Por que sé que es culpa nuestra, de nuestra generación que está criando niños mimados carentes de motivación y que desprecian las normas sistemáticamente. Pero bueno, eso es un largo tema que daría para hablar mucho...
ResponderEliminarEn cuanto al otro tema, el de los funcionarios... Soy de la opinión de que es un problema muy serio, ya que los funcionarios se apoltronan, se acomoda, y se olvidan de trabajar, por que nadie les va a hechar y nadie les va a tocar su sueldo. Son una raza superior, o así se creen. Prometo mi voto al partido que haga el siguiente cambio (mira que solo pido ese) que se pueda despedir al funcionario que no cumpla con su trabajo.
!Cuando se aplicará el artículo 34 del decreto que regula los derechos y deberes de los alumnos: En aquellas actuaciones y medidas de corrección en las que el centro
ResponderEliminarreclame la implicación directa de los padres o tutores legales del
alumno y éstos la rechacen de forma expresa, el centro pondrá en conocimiento
de las instituciones públicas competentes los hechos, con el fin
de que adopten las medidas oportunas...!
Aprovechando la crisis hay que eliminar la desgravación por hijos... de puta!!!
Estoy completamente de acuerdo contigo, Chuchi.
ResponderEliminarDe capitalismo atroz ya he tenido yo suficiente estos años... La gente no tiene ni puta idea de lo mal que pueden llegar a estar las cosas y de lo bien que vivimos en este pais (hasta con la crisis, sí). Ni puta idea...
Ah, y a otro tema:
http://www.rockpapershotgun.com/2010/06/18/pac-man-behind-the-smile/#more-32290
Sin quitarte la razón sobre la dejadez de los padres en la educación de sus hijos, y sin dejar de admitir que a los profesores os han privado de toda autoridad hacia el alumno, me llama poderosamente la atención que cada vez que escucho a algún profesor hablar de la situación del sistema educativo, JAMÁS escucho una sola palabra de autocrítica.
ResponderEliminarLa situación es culpa de los padres, de los alumnos, de los pedagogos, de los políticos, ó del capitalismo salvaje. Pero los profesores JAMÁS tienen responsabilidad. Sois sólo víctimas.
Que 9 de cada 10 aspirantes a profesor sólo oposite por solucionarse la vida, sin la menor vocación ni interés hacia el alumno, parece ser que es secundario. No existe la dejadez de funciones entre el profesorado, faltaría más, y además ¿qué van a tener que ver los profesores con el sistema educativo?. He debido perder el norte...
Sobre otro tema que tocas en la entrada... sí, somos muchos los que vemos al funcionariado como un cáncer. Pero hablamos del funcionariado en general (bueno, no realmente, pues se puede particularizar al funcionariado de las administraciones autonómicas como el más apoltronado, sobrepagado y superfluo).
No consigo comprender vuestra negativa constante a reconocer que hay un porcentaje peligroso de gente que sólo se preocupa de cobrar mientras ejerce su trabajo con una diligencia nula. No entiendo ese corporativismo que os lleva a negar que si hubiese controles reales de productividad y posibilidad de echar a quien no cumpla, el sector público funcionaría mucho mejor con la mitad de funcionarios.
Miento. Sí lo entiendo. Os tocaría trabajar 1800 horas como a todo el mundo, no 900 (y he vuelto a metir, pues las 1800 horas de convenio, las trabaja muy poca gente...).
Jamás aceptaré que a mi se me exija un reentrenamiento anual de mis capacidades, y un funcionario una vez sacada la oposición sea intocable. Algo tan trivial como que a mi se me exija un buen nivel de inglés, me obliga a renovar el TOEFL cada 2 años. Y vosotros, en cambio, apoltronados en la plaza de por vida. Nos vemos envueltos en montañas de indicadores objetivos para evaluar nuestro rendimiento (gamas y procedimientos redactados, solicitudes de evaluación de acciones pendientes, ordenes de trabajo resueltas, etc) mientras vosotros podeis pasaros la vida rascándoos las bolas.
Particularmente repugnante me parece el constante argumento: -"ahhhh, yo saqué una oposición durísima, si tanta envidia tienes hazlo tú también", que es el mantra de 7 de cada 10 funcionarios.
Al respecto: 1) Ni que sacar una oposición fuera el logro intelectual supremo. 2) envidia ninguna. Si yo tuviera que dejar de pagarme con los sistemas de una central nuclear para pasarme la vida enseñando a cuatro delincuentes juveniles a calcular fracciones, me suicidaría. Sería una degradación.
Nadie dice que el funcionariado no sea necesario. Sólo que hay mucho parásito en sus filas.