Según van pasando los años los vestigios de la Guerra Fría, la que estuvo a punto de llevarnos a la destrucción total, van desapareciendo poco a poco. Sólo sobreviven en el nuevo orden mundial el régimen cubano, la inconsistente alianza de Occidente con Israel, la presencia de Gadafi, la conflictividad Talibán y la enconada resistencia de Corea del Norte, como si se tratasen de los restos de viejas columnas de un templo ya desaparecido.
Pero, al igual que cualquier amante de la historia del siglo XX, cuesta no sentir cierta añoranza de esos tiempos donde las conjuras de los servicios secretos estaban al orden del día tratando de desbalancear ese equilibrio de terror surgido en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial. Todo era posible en esa partida que tenía como tablero el planeta entero, siendo aprovechado como propaganda cualquier acto que tuviese la más mínima repercusión mediática.
Uno de los pilares de la propaganda soviética era el ajedrez, con el que se trataba de demostrar la superioridad intelectual de la Europa del este y por tanto también de su sistema educativo.
Pues, como si se tratase de la resurrección de un fantasma, hoy ha vuelto a los partes de las agencias de noticias el nombre de Bobby Fischer (1943-2008), el único ajedrecista occidental que tuvo la osadía de hacer frente a la supremacía soviética. La razón de ello es la exhumación de su cadáver por el reparto de su herencia, aunque no creo que sea el momento de explayarse en el tema en cuestión, ya que es la última consecuencia de su periplo por la locura y el destierro, producto de la intransigencia estadounidense con sus propios ciudadanos (eres un traidor sino sigues las directrices de tu presidente).
Yo por otro lado, aprovechando el hecho, quiero recordar el momento culmen de su carrera, cuando venció en Islandia a Borís Spaski consiguiendo el título del Campeonato del Mundo de Ajedrez. Para ello te dejo con un maravilloso documental que desgrana el enfrentamiento:
En fin, "sólo quería recordar algo que poco a poco se va desvaneciendo en los libros de Historia y que pronto no será más que una simple reseña, salvo para los amantes del juego de los dioses, el ajedrez".
Uno de los pilares de la propaganda soviética era el ajedrez, con el que se trataba de demostrar la superioridad intelectual de la Europa del este y por tanto también de su sistema educativo.
Pues, como si se tratase de la resurrección de un fantasma, hoy ha vuelto a los partes de las agencias de noticias el nombre de Bobby Fischer (1943-2008), el único ajedrecista occidental que tuvo la osadía de hacer frente a la supremacía soviética. La razón de ello es la exhumación de su cadáver por el reparto de su herencia, aunque no creo que sea el momento de explayarse en el tema en cuestión, ya que es la última consecuencia de su periplo por la locura y el destierro, producto de la intransigencia estadounidense con sus propios ciudadanos (eres un traidor sino sigues las directrices de tu presidente).
Yo por otro lado, aprovechando el hecho, quiero recordar el momento culmen de su carrera, cuando venció en Islandia a Borís Spaski consiguiendo el título del Campeonato del Mundo de Ajedrez. Para ello te dejo con un maravilloso documental que desgrana el enfrentamiento:
En fin, "sólo quería recordar algo que poco a poco se va desvaneciendo en los libros de Historia y que pronto no será más que una simple reseña, salvo para los amantes del juego de los dioses, el ajedrez".
Puesto que la radio que tienes puesta en el blog, es fea y lenta, me he molestado a buscar otra, puedes ver como quedaría en tu blog y oir una canción en Radio 2 Blog's. Ya me contarás que te parece.
ResponderEliminarluego a mi me dicen que por qué me llaman bobby
ResponderEliminara parte de ciertas cosas personales, a ver si se me pega algo de inteligencia suprema, jajaja
un saludo