Ayer falleció Robin Gibb, el cantante del grupo Bee Gees, el cual fue en parte responsable del encumbramiento de la música disco. En este ocasión no me voy a embarcar en otro largo repaso a su carrera sino que me voy a centrar como homenaje en su vertiente cinematográfica. Muy pocas películas han conseguido una verdadera unión con su banda sonora como hizo "Fiebre del sábado noche" (1977). De entrada, en una de las escenas que componen la película dio lugar a lo que me atrevería llamar una fusión casi perfecta y que le valió una nominación al Oscar al propio John Travolta por una película que podría calificarse como ligera para la época.
Me estoy refiriendo a este impresionante paseo de Tony Manero (John Travolta) por las calles de Nueva York bajo los acordes de "Stayin' Alive":
En fin, "menuda semanita llevamos, primero Donna Summer y ahora el pobre de Robin Gibb. En paz descansen ambos".
Ya solo queda Lady Gaga y Madonna y la pérdida será tan grande que muchos os tirareís por la ventana.
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