Caña alienígena

He vuelto. La verdad es que tenía pensado publicar varios artículos hoy pero el cansancio de mi último viaje se ha hecho patente de golpe, me he quedado sopa esta tarde y acabo de amanecer hace unos minutos (ya sé que suena raro en el hombre que nunca duerme, pero mitos más grandes han caído). Así que he decidido quedarme con mi momento Facebook.

Todo el mundo sabe (sólo hay que leer unos pocos artículos de este blog para darse cuenta) que soy un friki de alto standing, de los que hace a casi todo, por lo que no resulta extraño que me haga gracia cosas que el resto del mundo calificaría de extrañas o casi estúpidas. En mi caso, dada mi predilección por la ciencia ficción en general no podía dejar de hacerme una foto en el segundo lugar más friki de Suiza (el primero es la cafetería del CERN, la cual tendrá que esperar a mi tercer viaje por esas tierras):

Sí, me tomé una cañita en el bar que hay en frente del Museo H. R. Giger que se encuentra en Gruyères, un pequeño respiro friki después de la visita a la fábrica de quesos, que era la verdadera razón de mi visita a este pequeño pueblo friburgués. Fue un encuentro inesperado con la obra de H. R. Giger (ya sabes, ese que creo junto con Carlo Rambaldi el alienígena más letal de la historia del cine) ya que aunque sabía que era suizo no tenía ni la menor idea de que su museo se encontrase en un lugar tan encantador.

Por cierto, "acabo de darme cuenta que es la primera vez que aparezco al natural en mi propio blog y con una fotografía que pondrá los dientes largos a más de uno de mis lectores habituales, que sé que son tan frikis como yo".