miércoles, 22 de julio de 2009

La puerta trasera del nuevo talante

Mientras el señor Obama se dedica a celebrar la llegada a la Luna y remover más de una conciencia con la reforma del sistema sanitario norteamericano (ése que no cubre a 42 millones de sus ciudadanos, algo impensable en el viejo continente). Su secretaria de Estado, antigua contendiente por el sillón presidencial (para mi estaba claro que iba a salir elegido un demócrata), se dedica al trabajo sucio.

Me explico. Todo presidente de los Estados Unidos cuando llega a la presidencia se da cuanta del verdadero poder que tienen ciertos lobbies en su país. Si la prensa y las películas no mienten, los dos más poderosos son: el energético y el armamentístico. Por lo tanto, en vez de enfrentarse a ellos y perder el dinero necesario para la apuntalar la victoria demócrata también en el Congreso (estupideces de un sistema de elecciones bianual), tiene que hacerles comer de la mano y tenerlos contentos.

De ahí que Hillary, rauda y feliz, ya que son contactos para una futura candidatura, se haya ido a la India, país hasta hace poco embargado y en la órbita soviética, a proporcionarles justo lo que los propios Estados Unidos no puede permitirse en principio (el ala izquierda del partido demócrata) y que además niega a los demás países que no cumplen sus intransigentes dogmas democráticos: un par de parques nucleares y 126 maravillosos aviones de combate.

Por cierto, algún periodista español debería tomar nota de que la energía nuclear sólo se encuentra en retroceso en nuestro país, y es por razones puramente farisaicas.

En fin, "es curioso que mientras Obama se afana en cumplir con el programa sanitario de Hillary, ésta se encuentre solucionando por la puerta de atrás el futuro de decenas de miles de empleados de los industrias norteamericanas".

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