Últimamente debo pasar muy desapercibido en el instituto dado que más de un compañero ha hecho hincapié en ello al encontrarse conmigo. Alguno de ellos ha llegado a compararme con un fantasma. La verdad es que creo que se pasan un poco, pero vamos a ahondar en el tema.
Supongo que la comparación surge de que siempre llevo puesto una bata blanca, que es el precio que tengo que pagar por ser un poco descuidado con las tizas (doloroso ha sido el retorno a la clásica pizarra), aunque creo que es un poco pretencioso que pase desapercibido dado mi tamaño.
Creo que la razón estriba en que el poder se ha trasladado de la primera planta a la segunda, y en que éste, en su magnánima indulgencia, me ha regalado un horario que me hace recorrer los aposentos del mundo de fantasía en el que se ha convertido esta abandonada primera planta.
Cada mañana, como alma penitente, salgo de las forjas de Hades, después de platicar con los reyes desterrados, para lanzarme a realizar mis labores diarias. En el camino me cruzo con diminutos seres que con cara risueña esperan entrar en la sala mágica, labriegos agolpados en el único banco accesible que esperan con cara taciturna los designios de sus amos, jóvenes con los ojos inyectados en sangre que observan extasiados los espejos mágicos que les han proveído los dioses y sirenas que con una simple sonrisa te despechan.
Después del saludo protocolario a los cancerberos de la puerta, me dirijo a mi pequeño calabozo, donde doy rienda suelta a mis más apegados conocimientos hasta que canta el gallo por primera vez. Éste marca mi única escalada al Olimpo, donde al llegar, después de atisbar el panteón, tengo que rendir mi minuta diaria. Luego, como el que no hace la cosa, reviso mi pequeña urna y recojo de ella un cáliz, con el cual me lanzo audazmente a recoger una preciosas gotas de la cascada celestial.
Refrescadas mis cuerdas vocales, me introduzco sibilinamente en alguna de las conversaciones que tienen lugar en tan idílico lugar, pero, tras unos pequeños escarceos verbales, el segundo canto del gallo me devuelve a las mazmorras.
Unas veces tengo que volver a repetir en el calabozo, otras me toca cruzar el frío páramo del que soy guardián. Pero al igual que cualquier alma penitente, el tránsito por el inframundo se repite una y otra vez, con variaciones minúsculas, como olores insospechados o súbitas apariciones que me recuerdan mi condición. Tal vez sea yo el fantasma del que hablan, aunque en el fondo ellos tampoco forman parte de mi mundo.
En fin, "espero que no haya herido ninguna sensibilidad con este artículo, simplemente trataba de darle un cierto empaque onírico y las palabras han surgido por si mismas. De todas formas pido perdón a todo aquel que se sienta agraviado por ellas, ya que no tengo más pretensión que la literaria".
Creo que la razón estriba en que el poder se ha trasladado de la primera planta a la segunda, y en que éste, en su magnánima indulgencia, me ha regalado un horario que me hace recorrer los aposentos del mundo de fantasía en el que se ha convertido esta abandonada primera planta.
Cada mañana, como alma penitente, salgo de las forjas de Hades, después de platicar con los reyes desterrados, para lanzarme a realizar mis labores diarias. En el camino me cruzo con diminutos seres que con cara risueña esperan entrar en la sala mágica, labriegos agolpados en el único banco accesible que esperan con cara taciturna los designios de sus amos, jóvenes con los ojos inyectados en sangre que observan extasiados los espejos mágicos que les han proveído los dioses y sirenas que con una simple sonrisa te despechan.
Después del saludo protocolario a los cancerberos de la puerta, me dirijo a mi pequeño calabozo, donde doy rienda suelta a mis más apegados conocimientos hasta que canta el gallo por primera vez. Éste marca mi única escalada al Olimpo, donde al llegar, después de atisbar el panteón, tengo que rendir mi minuta diaria. Luego, como el que no hace la cosa, reviso mi pequeña urna y recojo de ella un cáliz, con el cual me lanzo audazmente a recoger una preciosas gotas de la cascada celestial.
Refrescadas mis cuerdas vocales, me introduzco sibilinamente en alguna de las conversaciones que tienen lugar en tan idílico lugar, pero, tras unos pequeños escarceos verbales, el segundo canto del gallo me devuelve a las mazmorras.
Unas veces tengo que volver a repetir en el calabozo, otras me toca cruzar el frío páramo del que soy guardián. Pero al igual que cualquier alma penitente, el tránsito por el inframundo se repite una y otra vez, con variaciones minúsculas, como olores insospechados o súbitas apariciones que me recuerdan mi condición. Tal vez sea yo el fantasma del que hablan, aunque en el fondo ellos tampoco forman parte de mi mundo.
En fin, "espero que no haya herido ninguna sensibilidad con este artículo, simplemente trataba de darle un cierto empaque onírico y las palabras han surgido por si mismas. De todas formas pido perdón a todo aquel que se sienta agraviado por ellas, ya que no tengo más pretensión que la literaria".
CHAT
ResponderEliminarSe ha vuelto loco.
ResponderEliminarQue alguien llame a una ambulancia.
Ya.
Ah, y para dar mi opini'on, he de decir que a m'i un chat me la suda, porque la diferencia horaria hace que coincida pocas veces con vosotros.
ResponderEliminarIMPRESIONANTE!!!!!!!!!!!!!!!!:
ResponderEliminarhttp://www.timesonline.co.uk/tol/news/science/biology_evolution/article6879293.ece
Por favor, que los fisicos que leen este blog (se que hay unos cuantos, incluido chuchi) lean esto si quieren echarse unas risas.
yo me considero un fisico en potencia, asi que lo leere.
ResponderEliminar---
leido
--
me parece algo sensacionalista pero muy curioso:)
Chat!!!
Éste si que está loco de verdad. Ha hecho el mayor pupurri de la historia. Está claro que es un consparanoico (me gusta esta palabra inventada).
ResponderEliminarEs como Flashforward!
ResponderEliminarPor favor Chuchi no vuelvas a dar rienda suelta a la literatura grecoromana esa que llevas dentro. Déjala en tu interior que es dónde mejor puede estar. Ah y por si acaso cierra con cerradura y tira la llave...
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo.
ResponderEliminarSi acaso escribe en formato de guión.
estoy de acuerdo en que ahora el vasco mas que un instituto parece una carcel, en que los alumnos podemos ser odiosos... pero tampoco es para dramatizar chuchi...
ResponderEliminarun poco mas y me creo que en vez de describir tu jornada laboral describes el juego de rol al que juegas todas las noches
un abrazo