sábado, 28 de septiembre de 2013

Era Rajoy - Año 1 - Día 311

Han pasado la friolera de siete meses y día desde que hice una entrada de la sección Era Rajoy. Durante este tiempo no he querido entrar en los sinsabores de las medias verdades periodísticas, las declaraciones altisonantes o las extrañas decisiones judiciales. Pero hoy he contemplado con estupefacción que una de dos, o no entiendo nada absolutamente de economía (lo cual es muy posible), o un trío de ministros sonrientes han tratado de timarme junto al resto de los españoles.


Hoy el gobierno presentaba el cuadro macroeconómico que utilizará como base para pergeñar los Presupuestos Generales del Estado para 2014 (su primer año electoral) y los susodichos ministros lo fueron desgranando como si fuese una especie de victoria. Al fin llegaban los brotes verdes, en forma de disminución del paro y algo de crecimiento. Ahora bien, dejando aparte que la disminución del paro vendrá probablemente de la reducción de la población activa (los que han dejado de buscar trabajo por cualquier motivo, como estudiar o dejar el país, no figuran en la población activa) y que el crecimiento por un aumento del consumo y un leve repunte de las exportaciones (sí, de ese tan depauperado tejido industrial que todavía nos queda), me cuesta comprender como con las líneas presupuestarias presentadas a continuación se va a obrar el milagro.

Sí, ya sé que la bajada de la prima de riesgo va a provocar que no ahorremos en intereses 5000 millones de euros, pero de ahí intuir que mágicamente va a aumentar el consumo privado después de congelar los sueldos de los funcionarios, aumentar un más que probable 0,25% las pensiones y mantener los impuestos hay un trecho. No sé, acaso en España ha encontrado la solución que lleva buscando Japón durante décadas en el más difícil todavía (con una tasa de paro del 26%), solucionar el problema de la deflación (algo que está oculto detrás de tanta subida de impuestos). Eso que ocurre cuando bajas tanto los sueldos que bajan a su vez los productos que dependen de esos sueldos y estos, al estar el consumo hundido, se exportan al extranjero, sin redundar en toda su extensión en el crecimiento. No voy a negar que la competitividad de la economía española está aumentando a pasos agigantados, pero eso no implica que aumente el consumo interno cuando los sueldos se agostan y el empleo sigue estático. Además no veo por ningún lado un plan para la reconversión de los parados actuales, procedentes fundamentalmente de la construcción, en empleos industriales. De entrada, y esto es de cosecha propia, algunos de mis alumnos del curso pasado están teniendo problemas para entrar este curso en los módulos de Formación Profesional. Están rebosar. Hecho provocado tanto por la crisis, que ha solucionado un problema endémico de las diferentes administraciones educativas, como por los recortes en educación. Una oportunidad que se va a perder.

Y lo más hiriente de todo es que presentan estos presupuestos como los primeros de la recuperación, con subidas en becas, vivienda e investigación después de recortar este año en las mismas partidas. Esto suena demasiado a los primeros cantos de sirena para tratar de sortear unas Elecciones Europeas que se les están echando encima.

Así que en esta ocasión voy a hacer un debate conmigo mismo, poniéndome en ambos lados. Como votante de izquierdas querría que este gobierno acabase con estructuras sin sentido como las diputaciones y se atacase la economía sumergida, invirtiendo el dinero obtenido en reconstruir el tejido industrial y salvar lo que se pudiese del estado del bienestar. Por contra, poniéndome en el pellejo de un votante de derechas, querría que se aboliesen las autonomías, se bajasen los impuestos, se liberalizase el mercado, se privatizase lo privatizable y se dejasen caer las cajas de ahorros con problemas. Pero lo que estamos sufriendo en la actualidad, la inanición completa a ritmo del BOE, con reformas de corte ideológico (educación, sanidad, aborte, etc) y a remolque de los informativos, no creo que contente ni a los unos ni a los otros.

Como botón de muestra me quedo con lo que ha pasado con la entrevista a nuestro Presidente en Bloomberg. Cuando me enteré que había rumores de que habían tratado de suprimir sus declaraciones con respecto al caso Bárcenas rápidamente se me vino a la cabeza esta famosa entrevista a Richard Nixon dado que el periodista que la realizó, David Frost, ha fallecido recientemente:



Y por contra, al verlo esta tarde, me sentí decepcionado, no había nada que recortar salvo por el hecho de que los estadounidenses no conocen a nuestro Presidente, el hombre que nunca contesta a lo que se le pregunta (y eso si cabe la posibilidad):



En fin, es triste que al final Mariano Rajoy se haya enfrentado a una periodista en Nueva York en vez de hacerlo en España, pero qué le vamos a hacer, estamos ya en la época de vinos y rosas que pronosticó Montoro a principios de mes sin que haya pasado nada del otro mundo por estos lares. Yo por mi parte asumo que nada debo entender de economía y "tendré que cerrar mi enorme boca al respecto durante los 786 días que quedan de la Era Rajoy a este respecto".

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