El fin del sueño televisivo en España

Llegó el gran día que muchos que seguimos la actualidad del mundo de la televisión preveíamos: la absorción de las jóvenes cadenas españolas por parte de las dos monstruosidades bajo control italiano que han liderado las audiencias de este país durante los últimos 10 años. Ahora bien, en este artículo voy a ir un poco más lejos en mi análisis, ya que la noticia del día significa la primera verdadera derrota de Zapatero en el ajedrez de las grandes corporaciones mediáticas y de telecomunicaciones, cuyas consecuencias sufrirá en las próximas elecciones.

Bueno, para el que haya estado un poco dormido hoy, Cuatro y Telecinco se han fusionado. Hecho, que además provocará que se acelere la fusión de La Sexta con Antena 3 (llevan el proceso bastante adelantado, como puede leerse en diversos medios de comunicación hoy mismo). Por lo tanto el supuesto mapa plural que iba a generar la llegada de la TDT ha quedado en agua de borrajas aun antes del apagón del mes de abril. Volvemos al viejo modelo de los años 90 multiplicado por ocho: una televisión pública (8 canales), Telecinco (8 canales), Antena 3 (8 canales) y el equivalente en audiencia a C+ (los cuatro canales gestionados por El Mundo y los otros cuatro gestionados por ABC, que los alquilarán a las grandes corporaciones norteamericanas para la emisión de sus canales de pago). O sea, que a nivel de líneas editoriales tenemos lo mismo que hace 20 años. Porque lo primero que va a pasar con estas fusiones es la concentración de los servicios informativos, el elemento más caro de una televisión y el único susceptible de simplificarse de un plumazo (al parecer el acuerdo de hoy contempla un año de moratoria para que el grupo PRISA siga controlando los informativos de Cuatro y supongo que en el acuerdo Antena 3 - La Sexta existirá una cláusula parecida).

¿Esto qué significa? Pues que si le sumamos que dentro de un par de años la audiencia de la televisión pública irá decayendo al no poder renovar los derechos deportivos y los acuerdos con las majors norteamericanas (después de vivir un idílico 2010 donde barrerá al resto de cadenas al carecer de publicidad, ya que los españoles no nos vamos a comportar como los británicos con la BBC), que la línea editorial de Telecinco seguirá con su ambivalencia habitual pero nunca perdiendo de vista los designios de su matriz (la Finninvest de Berlusconi) y que la línea editorial de Antena 3 se irá radicalizando para recoger los frutos del desencanto; el desastre mediático que acabó con Felipe González puede ponerle la puntilla al actual presidente, ya que además carecerá de apoyos dentro de los grandes periódicos (PRISA nunca olvida).

Todo ese terrible lío de las guerras del fútbol, las concesiones a dedo y las historias sobre la creación de grandes grupos mediáticos españoles se convertirán en un mal sueño para los actores implicados, ya que tras cada metedura de pata estaba el sempiterno cuento de la lechera que tanto nos gusta a los españoles. Pero no te confundas, el que ha ganado la partida a este ajedrez global no ha sido Rajoy (ya le gustaría a él poder decirlo a los cuatro vientos), sino César Alierta, el último gran empresario que queda de los nombramientos de Aznar durante las privatizaciones. Mientras Zapatero jugaba a legislar sobre las licencias de televisión y los derechos deportivos, Telefónica mantenía un perfil bajo siguiendo las directrices del gobierno a pies juntillas hasta el fatídico día de la OPA de PRISA sobre Sogecable. Éste día hizo lo contrario de lo que se esperaba de él, vendió, provocando la bancarrota del único grupo mediático de origen realmente español. Y dado que la solvencia económica del otro actor de este drama, Imagina, es también dudosa, provocó que la fusión entre los contendientes de la última guerra del fútbol fuese inviable económicamente. Lo cual dejó abierto el camino a lo que hoy a pasado.

El resumen de la partida es el siguiente:

• Zapatero ha perdido la posibilidad de conformar un gran grupo mediático de izquierdas, cosa que pagará el PSOE con intereses en el futuro. Además de granjearse la enemistad eterna de Cebrián, que siempre pasa factura.
• La novedad de la TDT acaba de quedar en nada y el resurgir de la industria audiovisual no va a acontecer, dado que al no haber competencia (las dos macrocadenas tienen ya una miríada de productoras a su sombra) no se van a necesitar nuevos contenidos.
• Telefónica ha borrado del mapa todo atisbo de competencia en la televisión de pago en España, controla tres de las cuatro formas de emisión más importante: el satélite con Digital +, el móvil con Movistar y el cable con Imagenio; ignorando la cuarta que ha nacido muerta. La TDT de pago implica un descodificador por cada canal, algo que me imagino que no cabe en ninguna cabeza.
• Telefónica ha quedado a buenas con Bersluconi, lo que le abre la puertas a la tan ansiada entrada en el único mercado que tiene vetado hasta el momento, el italiano.
• Telefónica controla indirectamente Sogecable, o lo que es lo mismo, el único generador de contenidos no mejicano para Hispanoamérica, con lo que además ha dado un gran golpe de efecto en la lucha global por la información en castellano, cerrando nuestro mercado de paso a injerencias extrañas que no sean la italianas.
• Telecinco consigue lo que quería, derechos cinematográficos y de series norteamericanas de éxito gracias a Sogecable.
• Antena 3 también consigue lo que quería, derechos deportivos.
• Los voceras de la derecha, en su formato El Mundo y ABC, salen completamente perjudicados, ya que su valor audiovisual se ha anulado, sólo les queda revender frecuencias para sufragar las pérdidas.
• Lo más gracioso de todo es que Rajoy se ha encontrado el mejor regalo de Navidades que le podían dar. Han desaparecido de golpe todos los enemigos que tenía tanto por la derecha como por la izquierda. Y como siempre, sin hacer nada (cada vez se parece más a su guiñol).

En fin, me imagino que te estarás preguntando en qué te atañe todo esto que te he contado. Pues simplemente piensa en esta pregunta: "¿quién trajo la telebasura a este país? En el fondo cada país se merece la televisión y los políticos que tiene".