lunes, 17 de octubre de 2011

Bilingüismo desigual

Esta tarde me ha tocado grabar en vídeo una actividad que consistía en una especie de teatro bilingüe. Se trataban de una colección de pequeñas representaciones realizadas por grupos de alumnos compuestos por españoles e ingleses a partes iguales cuya gracia residía en que sus componentes debían decir sus líneas en la lengua contraria a su origen. Obviamente la pretensión de la actividad en cuestión era que en estos retazos teatrales sonasen castellano e inglés a partes iguales, pero como es costumbre la cruda realidad se impuso.

A lo largo de la semana mientras los diferentes grupos se preparaban para el evento de esta tarde se hizo patente que casi todas las obras tendrían mucho más diálogo en inglés que en castellano. La razón de ello estribaba en que los alumnos enfrentados a la actividad se autorregularon poco a poco, restando las líneas en castellano en los diálogos e incrementando la presencia del inglés, que llegó a acaparar a casi todos los narradores que presentaban las diferentes historias. No creo que fuese por desinterés de los alumnos ingleses por participar, ya que las cámaras de vídeo siguen imponiendo mucho a los adolescentes, sino que la dificultad inherente de nuestra lengua (que no es tan sencilla como todos creemos) hizo estragos entre ellos. Es obvio que una persona cuya lengua materna es la lengua vehicular preferente en todo el planeta no tiene la misma tensión para aprender nuevas lenguas que aquella cuya lengua materna es eso (ya sé que al fin ganaremos la batalla, pero aún queda mucho para ello), materna y paterna y poco más.

En fin, empiezo a comprender la razón del esfuerzo que realizan los hablantes de otros países para aprender multitud de lenguas lo más rápidamente posible (aunque para mi siga siendo algo completamente imposible, a veces la genética manda). Por cierto, como anécdota (supongo que en el fondo el inglés que mejor entendemos es el que habla un compatriota), las diferentes obras me trajeron recuerdos de una película que vi hace diez años en el Festival de Cine de San Sebastián (qué tiempos aquellos cuando inventé la ensaladilla rusa deconstruida) y que a la postre ganó la Concha de Oro. Me estoy refiriendo a "Taxi para tres" (2001), "la única película en castellano que tuve que seguir por los subtítulos en inglés para enterarme de algo. Pues hoy me ha pasado prácticamente lo mismo, me enteraba de que iba la obra por la narración en inglés dado que me resultaban incomprensibles las partes en castellano".

1 comentario:

  1. Pues que te enteres tu de algo en inglés es decir poco en favor del español que hablan esos inglesitos...

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