Con unas cañas rápidas en Charrilandia City (qué no se me enfaden ninguno de los oriundos de estos lares, pero se trataba de un grupo de profesores monotemáticos) he cerrado hoy (bueno, ya ayer) lo que podríamos llamar Enseñanza Básica Bejarana (o sea, que a partir de ahora la pasaré a denominar EBB).
La verdad es que los contenidos en los que he sido instruido durante estos dos meses y medio son pocos pero muy importantes para mi supervivencia en Béjar: la peculiar diferencia entre arriba y abajo (El Meyer puede dar fe de lo que estoy hablando), el uso del too, la visita obligada a Candelario y los largos paseos por el monte (de entre 8 y 9 kilómetros). Así que mi visita de ida y vuelta a la sacrosanta Salamanca podría calificarla como una especie de punto y final a mi EBB.
Ahora se me echa encima lo bueno, lo que podríamos llamar el curso intermedio, que incluye entre otras cosas rutas de entre 12 y 20 kilómetros andando (lo de la bici mejor no hablamos), "aunque dudo que alguna vez dé el salto al avanzado, que consiste básicamente en correr por esas mismas rutas entre otras bestialidades".
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