Hay una ley, no escrita, que siempre se verifica: "nunca se llega a la última página de un libro de texto". Es algo que siempre me ha molestado, tanto cuando era alumno como ahora que soy profesor. Qué razón puede haber para que compre un libro que nunca voy a terminar de leer.
Habrás tenido, seguro, la misma sensación, infinidad de ocasiones. Quién no que acuerda del clásico libro de Inglés, que tenía alrededor de quince lecciones y nunca pasabas de la lección siete. Éste, además, venía acompañado de su correspondiente "Workbook", un libro de ejercicios que quedaba prácticamente en blanco, y que siempre ocasionaba una bronca en casa, al no entender tus padres que no era que no hacías los deberes, sino que el profesor no te los mandaba.
Otro ejemplo clásico de lo que estoy diciendo es el libro de Matemáticas. Siempre las últimas lecciones eran de Geometría, Probabilidad y Estadística. Acaso alguien en el instituto llegó a estudiar algo de esto. A duras penas, la gente normal entiende como se hacen las encuestas que se ven publicadas en los periódicos (esa letra pequeña que nunca leemos) o la probabilidad real de ganar a la Lotería Primitiva (la única probabilidad que la gente conoce, es a base de perder continuamente a cualquier juego de cartas, gracias a Dios por lo que a mi respecta).
De todas formas, mi recuerdo más vívido es el libro de "Historia de las Civilizaciones" de 1º de BUP. Siempre que lo cuento, la gente no me cree. De un libro de 400 páginas, sólo dimos unas 150, es decir que para mí, la Historia de la Humanidad acaba con el "Treccento" italiano. No puedo negar que tengo unos ciertos conocimientos invaluables sobre el surgir de las diferentes civilizaciones clásicas: Mesopotamia, Egipto, Grecia y Roma. Pero mi desconocimiento sobre el Renacimiento y la Edad Moderna ha sido un duro precio a pagar. Como siempre esto sólo se puede achacar a la mala programación del profesor de turno.
Podrías pensar que esta situación mejora en la Universidad. Pero mi experiencia me dice que más que mejorar, empeora. Tengo, al igual que una pléyade de compañeros, decenas de libros apenas utilizados, que cada profesor el primer día de clase consideraba como la Biblia de su especialidad, y que al final de la asignatura, lo que realmente valía la pena, eran los apuntes del mejor de la clase.
¿A qué viene todo esto? La razón de este largo artículo (parecido a un Editorial de cualquier periódico) es que nos encontramos inmersos en una cambio de modelo educativo. Esto, además, de implicar la aparición o desaparición de asignaturas, también afecta a los contenidos que impartimos, lo que obliga a cambiar de libro de texto, según vamos adaptándonos a la nueva ley.
Estos días los institutos están llenos de representantes de las diferentes editoriales, actuando casi como hienas, tratando de colocar sus libros de texto de cualquier manera. Los departamentos de los institutos se enfrentan a la difícil situación de elegir entre un buen libro, que se adapta bastante bien a la forma que tienen de entender su asignatura, o escoger un mal libro, pero en este caso, acompañado de una serie de regalos: portátiles, pizarras interactivas, etc. Está claro que algunos son débiles, y se lanzan a recoger estos supuestos regalos, sin darse cuenta del alto precio que están pagando, ya que tendrán que tener obligatoriamente ese texto durante 4 largos años (medida que busca que se puedan pasar libros entre hermanos o amigos).
Ahora bien, en un cambio de estos, se ha dado una situación algo curiosa y que justifica el título de este artículo (y no digo que hayan elegido el libro en el segundo supuesto anterior, para que no se me pueda malinterpretar). El otro día unos compañeros que imparten la asignatura de Ciencias Sociales vinieron a pedirme un favor (como no, siendo profesor de de Tecnología): que les ayudase con un problema de formato de vídeo, ya que se habían descargado una serie de documentales de Internet y no eran capaces de grabarlos para que se viesen en el reproductor de DVD del instituto. Me extrañó el número de documentales que querían y les pregunté la razón de que quisiesen tantos. La razón me dejó alucinado: habían acabado el libro de texto y tenían que hacer algo con lo alumnos durante el mes de clase que queda. Es un pequeño error de programación que me imagino que subsanarán el curso que viene. Pero lo triste es que esto me pareciera anormal, ya que fueron capaces de hacer algo que probablemente nunca haré en mi vida como profesor.
Espero no haberte aburrido. Sin más, te dejo con una pequeña cita en latín, que me viene como anillo al dedo: "Quod in iuuentute non discitur, in matura aetate nescitur".
Habrás tenido, seguro, la misma sensación, infinidad de ocasiones. Quién no que acuerda del clásico libro de Inglés, que tenía alrededor de quince lecciones y nunca pasabas de la lección siete. Éste, además, venía acompañado de su correspondiente "Workbook", un libro de ejercicios que quedaba prácticamente en blanco, y que siempre ocasionaba una bronca en casa, al no entender tus padres que no era que no hacías los deberes, sino que el profesor no te los mandaba.
Otro ejemplo clásico de lo que estoy diciendo es el libro de Matemáticas. Siempre las últimas lecciones eran de Geometría, Probabilidad y Estadística. Acaso alguien en el instituto llegó a estudiar algo de esto. A duras penas, la gente normal entiende como se hacen las encuestas que se ven publicadas en los periódicos (esa letra pequeña que nunca leemos) o la probabilidad real de ganar a la Lotería Primitiva (la única probabilidad que la gente conoce, es a base de perder continuamente a cualquier juego de cartas, gracias a Dios por lo que a mi respecta).
De todas formas, mi recuerdo más vívido es el libro de "Historia de las Civilizaciones" de 1º de BUP. Siempre que lo cuento, la gente no me cree. De un libro de 400 páginas, sólo dimos unas 150, es decir que para mí, la Historia de la Humanidad acaba con el "Treccento" italiano. No puedo negar que tengo unos ciertos conocimientos invaluables sobre el surgir de las diferentes civilizaciones clásicas: Mesopotamia, Egipto, Grecia y Roma. Pero mi desconocimiento sobre el Renacimiento y la Edad Moderna ha sido un duro precio a pagar. Como siempre esto sólo se puede achacar a la mala programación del profesor de turno.
Podrías pensar que esta situación mejora en la Universidad. Pero mi experiencia me dice que más que mejorar, empeora. Tengo, al igual que una pléyade de compañeros, decenas de libros apenas utilizados, que cada profesor el primer día de clase consideraba como la Biblia de su especialidad, y que al final de la asignatura, lo que realmente valía la pena, eran los apuntes del mejor de la clase.
¿A qué viene todo esto? La razón de este largo artículo (parecido a un Editorial de cualquier periódico) es que nos encontramos inmersos en una cambio de modelo educativo. Esto, además, de implicar la aparición o desaparición de asignaturas, también afecta a los contenidos que impartimos, lo que obliga a cambiar de libro de texto, según vamos adaptándonos a la nueva ley.
Estos días los institutos están llenos de representantes de las diferentes editoriales, actuando casi como hienas, tratando de colocar sus libros de texto de cualquier manera. Los departamentos de los institutos se enfrentan a la difícil situación de elegir entre un buen libro, que se adapta bastante bien a la forma que tienen de entender su asignatura, o escoger un mal libro, pero en este caso, acompañado de una serie de regalos: portátiles, pizarras interactivas, etc. Está claro que algunos son débiles, y se lanzan a recoger estos supuestos regalos, sin darse cuenta del alto precio que están pagando, ya que tendrán que tener obligatoriamente ese texto durante 4 largos años (medida que busca que se puedan pasar libros entre hermanos o amigos).
Ahora bien, en un cambio de estos, se ha dado una situación algo curiosa y que justifica el título de este artículo (y no digo que hayan elegido el libro en el segundo supuesto anterior, para que no se me pueda malinterpretar). El otro día unos compañeros que imparten la asignatura de Ciencias Sociales vinieron a pedirme un favor (como no, siendo profesor de de Tecnología): que les ayudase con un problema de formato de vídeo, ya que se habían descargado una serie de documentales de Internet y no eran capaces de grabarlos para que se viesen en el reproductor de DVD del instituto. Me extrañó el número de documentales que querían y les pregunté la razón de que quisiesen tantos. La razón me dejó alucinado: habían acabado el libro de texto y tenían que hacer algo con lo alumnos durante el mes de clase que queda. Es un pequeño error de programación que me imagino que subsanarán el curso que viene. Pero lo triste es que esto me pareciera anormal, ya que fueron capaces de hacer algo que probablemente nunca haré en mi vida como profesor.
Espero no haberte aburrido. Sin más, te dejo con una pequeña cita en latín, que me viene como anillo al dedo: "Quod in iuuentute non discitur, in matura aetate nescitur".
Completamente de acuerdo. Hay ciertos profesores (y no doy nombres porque luego te chivas xDD) que no son capaces de dar clase sin su libro de texto. Además, dan la impresión de estar agoviados por terminarlo.
ResponderEliminarA ver si aprenden de tí, que buena falta les hace xDD.
Saludos.
A pesar de las muchas variables y condiciones que habría que enumerar dentro del contexto sobre este tema, pienso que en la mayoría de los libros, al menos el 50% (en unos más que en otros), se componen de material de "relleno". Metralla que encasquetan dentro de los numerosos contenidos para que parezca "algo".
ResponderEliminarPersonalmente, tengo un libro de electrónica de tan solo 100 páginas que tiene más contenido e información relevante que muchos con el triple de páginas. De esta forma considero que solo necesito la mitad de tiempo para empaparme de la materia con este libro que con cualquier otro.
Juan, no me digas que empieza por A y da ciencias sociales.
ResponderEliminarVolviendo al tema del articulo, no se como se verá desde la posición de profesor, pero desde la de alumno eso de que vayas un día a clase y de las seis horas tres no se haga absolutamente nada y se tenga que rellenar a lo tonto, en una el profesor pase absolutamente de todo (y tampoco quiero dar nombres) y en las otras dos si que se haga "algo" es, como decirlo, penoso. Totalmente de acuerdo.
Siento que salga mi vena de profesor, pero no puedo aguantarme en haceros un par de correcciones (espero que no os importe mucho):
ResponderEliminarJuan Blas, agobiado se escribe con b. Y muchas gracias por apreciarme tanto (por cierto, muy bueno el video del Cubo de Rubik).
Dario, primero, por favor, nunca pongas iniciales de ningún profesor, porque esto es un blog abierto a todo el mundo, e igual que tu lo lees, también puede leerlo él.
Segundo, esto no es un foro para criticar a la gente o al sistema educativo (para eso está la hora de tutoría), es un blog donde se habla de todo en general y donde prima sobre todo el humor.
Tercero (y no te lo tomes a mal), si relees tu comentario te darás cuenta que es imposible saber con que estás de acuerdo.
Un abrazo a los dos.
Jajajajja, ¡ese profe Chuchi!. Como ves mi escritura es correctísima, no utilizo el sistema anglosajón de un signo de exclamación final, no se si esto es fruto de la LOGSE.
ResponderEliminarLo que si se que es fruto de la LOGSE es mi absoluto desconocimiento del latín (estoy como tu con el inglés), así que si me traduces la última frase estaré eternamente agradecida.
Cuando sea profe de universidad, ¿obligaré a "leer mi libro"?...quién sabe...
Ah, y ya que te pones tiquismiquis con las faltas de ortografía te diré que en está frase tuya:
ResponderEliminar"Tercero (y no te lo tomes a mal), si relees tu comentario te darás cuenta que es imposible saber con que estás de acuerdo."
El último "que" debería ir con acento.
Lo siento mucho, pero alguna vez se me escapa alguna tilde. De ésta me dí cuenta después de publicar el comentario (es un latazo tener que eliminar el comentario y volver a publicarlo corregido).
ResponderEliminarEn cuanto a la frase en latín, significa: "Lo que no se aprende de joven, se ignora de viejo."
¡Cuantos libros tienen mis padres en su casa con sus cubiertas nuevas y vírgenes míos y de mi hermano!. Recuerdo con afecto cansino los de matématicas de 1º y 2º de BUP. No lo tocamos en ningún momento del año, pero añado más, no salíeron ni de la estantería donde los puse cuando llegaron de la tienda. Están incólumes. El de 3º de BUP creo que lo abrimos para hacer 3 ó 4 problemas y ya está desvirgado pero nuevo.
ResponderEliminarEstoy con RK2 en que la mayor parte de contenidos de los libros de texto es relleno que no sirve para nada más que para justificar más páginas y poder cobrar más €, morralla que en muchos casos fue elegida por algún profesor que ni se leyó sus contenidos o que ya no está ni en el instituto de turno.
Citando a Chus diré que el comentario que hace, me parece el más jocoso que he leido en este blog hasta el momento (y creo que hay bastantes muy buenos)
...esto no es un foro para criticar a la gente o al sistema educativo (para eso está la hora de tutoría)...
Me parece gracioso el dedicar la hora de tutoría a realizar críticas, no porque esté en desacuerdo (todo lo contrario), sino porque recuerdo lo que hacíamos nosotros en tutoría en nuestra juventud (que básicamente era salir una hora antes).
Por último yo también iba a corregirte el "qué" pero se me han adelantado. No iba a corregirte como tipógrafo resabiado, sino para criticar la forma dura con la que corriges a tus alumnos y obligarte a reflexionar. Está bien corregir, pero como se ve TODOS cometemos errores. Hasta yo, (jejeje) tuve que borrar una entrada el otro día y volver a escribirla porque despues de editarla detecté un error ortográfico.
Como pregunta final referente a esta última cuestión:
¿Para cuando una opción de editar?.
Jajaj sí me dí cuenta después de publicarlo ¬¬'. Por cierto, gracias por la traducción xDDD.
ResponderEliminarSaludos.
Cierto Jesús, lo siento, no volverá a pasar.
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