Era Rajoy - Año 0 - Día 64

Ya es real. El Banco de España pronostica una recesión del 1,5% en el 2012 y no tengo claro que tenga en cuenta el recorte de gasto público y subida de impuestos de marzo. Ante ésto el gobierno no ha dicho nada, ya que el causante de esta recesión es la previsión del desplome del gasto público y está causado por la política de recortes de la que ellos son directamente responsables (tranquilo, mañana lo medios de comunicación de la derecha dirán que es culpa de Zapatero por gastar más de lo que teníamos, las comunidades autónomas donde gobernaban ellos no tienen culpa de nada).

Por otro lado, De Guindos vuelve a desmentir a Montoro (bonita bicefalia económica tenemos, que destila sus desencuentros en los medios de comunicación) y vuelve a confirmar que este año el déficit será del 4,4 % del PIB. Así que la cuadratura del círculo sólo puede ser de una forma en plena recesión: subida de impuestos brutal para compensar la caída de ingresos por el menor consumo y más recortes en el estado del bienestar. No hay otra forma. Y obviamente con semejante panorama por mucha reforma laboral (esa que se aprestan a pactar los sindicatos y la patronal en la prórroga) que se haga otro medio millón de puestos de trabajo se irán al garete, con lo que los fantasiosos 6 millones de parados que iba a tener Rubalcaba si llegaba al poder son cada vez más factibles con Rajoy en el poder.

La pregunta que todo el mundo que ha escapado de la ensoñación de la victoria del PP de hace un par meses es: ¿Dónde está ese maravilloso plan para salvarnos que venía prometiendo el PP estos últimos 4 años? Bueno, parece que en un acto de reciclaje final, Esperanza Aguirre, la Steve Jobs de la política española, y su nueva acólita, Ana Botella, han desempolvado un viejo proyecto del ex-ministro Sebastián (cuánto daño ha hecho a la izquierda sus tejemanejes en la sombra de Zapatero) para mostrar la solución del paro en la Comunidad de Madrid, ya que con sólo esta medida prometen eliminar el 50% de éste de un plumazo.

La solución parece sencilla, hasta podrías estar de acuerdo con ella en primera instancia, pero después de leer la letra pequeña seguramente la desterrarás como casi todo el mundo. Bueno, Esperanza Aguirre quiere montar una réplica de Las Vegas en Madrid (o Alcorcón) durante los próximos 10 años, con 12 resorts (36.000 habitaciones), seis casinos (con 1.065 mesas y 18.000 máquinas recreativas), nueve teatros, tres campos de golf y un escenario con 15.000 butacas. Con ésto espera crear 164.000 empleos directos y otros 97.000 indirectos. Ante semejante despliegue (aunque los que viven o han vivido en Valencia sospecharán de facto de tan mastodóntico proyecto) sólo cabe preguntar a que espera para comenzar las obras, ya que podría rebajar enormemente el número de parados de la construcción. Pues porque no puede, la ley se lo impide. Aunque nuestra heroína no se achanta y hoy ha dicho al respecto que habría que: "cambiar todas las normas que haya que cambiar".

Y es aquí donde entra la letra pequeña. ¿A qué normas se refiere? Pues a las que regulan el juego, las que prohíben la entrada de menores y ludópatas en los casinos, los convenios sectoriales, las que regulan las cotizaciones de extranjeros, el plan urbanístico de Madrid, la ley Antitabaco, etc. Vamos, que la empresa que va construir esta ciudad de casinos no quiere tener ninguna traba ni con los sindicatos ni con esas leyes progresistas que jalonan nuestro sistema jurídico. Además quiere casi plena exención de impuestos durante los próximos diez años. En resumen, una isla jurídica y económica dentro de Madrid donde impere la ley de una megacorporación. Bienvenidos al futuro que nos espera.

Ahora bien, al menos tiene un plan, puede que no me guste pero tiene un plan, no como otros. De todas formas este proyecto me ha traído a la cabeza este inmortal corte de Futurama:

En fin, para los que luego se quejaban de los minijobs, Esperanza quiere traer el esclavismo empresarial norteamericano a España, aunque por esos lares están peor, nuevo ascenso en las encuestas de Gingrich, con lo que está dejando de ser una broma de mal gusto para convertirse en una ínfima posibilidad, ínfima pero posibilidad. "Sólo nos quedan 1398 días de este suplicio".